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…Y ¿QUIÉN GANÓ EL DEBATE?

PROYECTO DE NACIÓN

…Y ¿QUIÉN GANÓ EL DEBATE? (SEGUNDA PARTE)

Por Rafael Torres Raba

Nuevamente el formato fue de aplaudirse, el permitir movilidad por parte de los candidatos, hace más natural la conversación. Por lo que hace a los interlocutores tuvimos de dos clases, por un lado, la participación selectiva de población votante de la región y, por el otro, dos periodistas León Krauze y Yuridia Sierra. Y finalmente, las personas que justificaban que estuviéramos frente a los televisores para atraparnos.

Primeramente, habría que decir que de los 5 candidatos registrados nos hizo falta uno, debido a la renuncia de Margarita Zabala a continuar en campaña para apoyar su fallida candidatura. No pienso que su ausencia haya hecho la diferencia en el debate, pues poco aportó en el primer debate, pero la presencia de una mujer que alzara su voz en nombre del resto de las mujeres hubiera provocado, por lo menos, tocar temas sensibles y de interés para todos los que simpatizamos con la equidad de género.

LA ACTUACIÓN Y ¿QUIÉN GANO?

El debate no lo ganó nadie, el formato no se presta para que quien lo haga mejor y “gane”, sea premiado con una bolsa de votos, esto no es así, el efecto de un buen desempeño se verá en las encuestas de intención de voto, pero no por un análisis profundo de los temas debatidos, sino por el aplomo, templanza y apariencia que se muestre. Estos ejercicios democráticos permiten ver un poco del temperamento del que va a ser el próximo mandatario, la agilidad de pensamiento, la frescura de sus ideas, la justificación frente a los ataques, la posible veracidad frente a escándalos de gestiones pasadas, la existencia de propuestas… ah sí, las propuestas.

No, esas casi no se vieron… aunque todos en general lo hicieron mejor que en el primer debate, nadie brilló.

El Bronco ya no sacudió a la audiencia como en el primer debate, e incluso dejó ver, por lo menos en dos ocasiones, que no tenía oportunidad y que su presencia servía para dejar ver lo mal que lo hacen los partidos políticos, pero él tampoco se mostró como una opción, quizá pierda intención de votos.

Meade lo hizo mucho mejor, venció el nerviosismo (aunque la televisión logró desnudar el temblor en la mano al leer sus notas) y hasta se llegó a molestar frente a alguna alusión directa que le hizo Anaya en su gestión en la Secretaría de Relaciones Exteriores cuando Trump era candidato a la Presidencia, enfado que canalizó muy bien contestando muy bien con el calificativo de cínico a Anaya cuando, al ser Presidente de la Cámara de Diputados, no visitó los consulados de México en sus múltiples viajes a los Estados Unidos.

Anaya, trató de elaborar más frente a los debates, se ve que es un buen orador, atacó y fue atacado, tanto por Andrés Manuel como por Meade, dominó el escenario sobre todo contra y por el puntero, sin embargo, lo hicieron trastabillar cuando López Obrador actuó escondiendo su cartera, actuación que no esperaba Anaya.

En general se contestaron las preguntas y brevemente comentó qué se pretende hacer, mas no señaló cómo lo pretendían lograr ni menos a costa de quién. Porque en la realidad ese es el tema, como dice el dicho “prometer no cuesta, cumplir es lo que mata” y para ello, alguien tiene que ser el sacrificado y asumir el costo.

Finalmente Andrés Manuel, yo lo vi incluso mejor que en el primer debate, más desenvuelto, contesto a los ataques y reviró en contra, no propuso nada, se mantuvo en su papel de delantero, al que todos atacarán para bajarlo en las preferencias, de hacerse ver como el único honesto, frente al resto de bandidos.

El tono de la discusión fue pobre, muy pobre. Personalmente, me entristece profundamente el ver el efecto de la falta de análisis y enfoque a los muchos problemas que tiene nuestra sociedad, y que lo que mantiene en la mente es la incomodidad momentánea sufrida por alguno de los candidatos.

EL ENGAÑO

El morbo y las ganas de ver sangre predomina a los razonamientos, pero yo creo que estamos siendo engañados nuevamente por estos “actores” políticos; ¿por qué digo esto?, porque la alusión de que uno de ellos manda a sus hijos a estudiar al extranjero, y por eso debe ser considerado “perfumado y fifí”, terminó siendo aplicable a todos, incluso al mismísimo candidato de Morena. Y no está mal estudiar en el extranjero, ojalá muchas más personas recibieran educación y pudieran ampliar horizontes en el extranjero, el problema está en la hipocresía de criticar a otros como privilegiados por el gobierno, cuando eso que criticas es igualmente aplicable a tu persona.

A estas alturas de la contienda, sólo se ven dos contendientes reales, Andrés Manuel y con alrededor de 20 puntos de diferencia Anaya. Por esta razón enfocaré mi análisis en lo que Andrés Manuel dejó ver en el debate, pues todo apunta a que será él quien habitará Los Pinos.

Igual engaño vemos con los temas de inversión, se alude a un número que muestra la inversión que tuvo la Ciudad de México que constituye una media verdad, pues entre la mitad y una tercera parte de esa inversión (dependiendo de la fuente), se debe a una cuestión completamente ajena a su gestión, lo que es más, la cifra que se enorgullece en presumir se debe a la venta de los grupos financieros de Bancomer y Banamex a Banco Bilbao-Vizcaya y City Bank respectivamente. Operaciones que no sólo fueron totalmente ajenas a su gestión en la Ciudad de México, sino que además fueron fuertemente criticadas por el mismo Andrés Manuel en el pasado.

¿Por qué el engaño?, ¿Qué hay detrás de esa ansia por manejar la silla presidencial? Y lo más importante, ¿qué van a hacer con ella una vez que estén sentados en ella? Ahí es donde entramos nosotros, eso es precisamente lo que deberíamos estar buscando ¿qué y cómo es lo que van a lograr todo lo que prometen? Las alusiones directas son maquilladas con insultos o bromas que se hacen mutuamente para desviar la atención, pero en ningún momento se dice qué es lo que se va a hacer con el poder una vez que lo tengan en sus manos. Por un momento, recordé a compañeros de la secundaria molestándose unos a los otros mientras se ponían apodos “Ricky Rickin Canallín”, mientras escondo mi cartera, en verdad el nivel de nuestros políticos mexicanos es el de niños de secundaria ¡y lo peor es que se los celebramos!

La primera intervención de Andrés Manuel López Obrador ante la pregunta de ¿cómo manejar la política de comercio exterior con Estados Unidos? y lo que se responde se relaciona con un tema de migración, ese es nuestro nivel, preguntar una cosa y contestar otra; aun cuando más adelante deja ver que hablar de negociar con Trump impensable, la apuesta será apuntalar el comercio interno.

¿Cómo dices? ¿O sea que vamos a darle la espalda a la oportunidad de seguir incrustados en la élite del comercio mundial, vamos a regresar a la probada fallida estrategia de cerrar nuestras fronteras al libre comercio con el país más consumista del mundo?

No está mal fortalecer el comercio interno, generar políticas para desarrollar el sur del país está muy bien, pero la pregunta es otra. México no es la decimoquinta economía mundial por su comercio interno, ello se debe precisamente por el comercio exterior, no nos engañemos, estar en el “TLC” o “NAFTA” es nuestro más grande beneficio económico, pues con él tenemos la oportunidad de emplear a millones de mexicanos que directa e indirectamente cuentan con una plaza de trabajo gracias a la inversión extranjera. Hasta el momento, no hemos podido más que ofrecer mano de obra barata para que el capital pueda echar a andar los planes de expansión reduciendo sus costos de inversión; hace mucho tiempo que se abandonó la inversión a la tecnología y desarrollo. Las inversiones extranjeras de carácter automotriz y aeronáutico no derivan de inversiones mexicanas, sino de inversiones norteamericanas y europeas, porque tecnología de vanguardia no podemos ofrecer.

Hubiera apostado a que la respuesta estaba en atacar otros mercados, aprovechar más y mejor el tratado de libre comercio que recientemente se renovó con la Comunidad Europea, pero sorpresivamente nadie lo dijo, y regreso a la pregunta ¿Qué van a hacer cuando se enfrenten al problema de no tener TLC una vez que tengan en sus manos el poder?, ¿De verdad la solución que ve es comerciar internamente regresar a una economía cerrada como en los 80’s?

Segunda pregunta; ¿Cómo se va a negociar con una persona arrogante y con tanto poder como Donald Trump? La sorpresiva respuesta es, combatiendo la corrupción, mostrando ser honestos y exigiendo respeto, ¡uff… de verdad que debemos estar muy preocupados! No hay duda de que combatir la corrupción y tener un gobierno honesto debe ser el pilar de cualquier proyecto de nación, pero nuevamente esta no es una estrategia de Estado frente a un problema real como lo es la amenaza del actual gobierno de Trump. Seguramente en Washington se siguen riendo del nivel que “los mexicanos” estamos mostrando, pues a esta administración le importa un bledo lo que pasa después del Río Bravo, para negociar se requiere hacer concesiones, apretar, convencer, ofrecer y retirar beneficios. Ofrecer honestidad y exigir respeto no es moneda de cambio en ninguna negociación, menos aún una que involucra transacciones e inversiones cuantificables en millones de dólares.

Frente al problema de la siembra de los opiáceos, no tuvo la más pálida idea de qué responder, pues el hecho de facilitar la siembra de maíz, y pensar en fomentar su comercio al sur del país, no puede ser una solución seria. ¿Acaso no sabe cuál es el precio de un bien frente al otro? ¿De verdad cree que los campesinos siembran opio porque el maíz no se los compran en ningún lado? ¿O sea que su nivel de análisis es tan simplista? Bueno, hasta el Bronco le hizo ver que en la sierra de Guerrero no se puede sembrar maíz. Lo mismo sucedió frente a un proyecto de ferrocarril que ya existe. Lo que está claro, es que no tiene un plan de gobierno, no sabe cómo combatir los enormes problemas que como sociedad enfrentamos día tras día y lo peor, es que, para los siguientes 6 años, no se pueden esperar resultados diferentes.

Pobre de México, los políticos no están a la altura. Si gana Andrés Manuel, no va a ser porque sea el mejor, porque no lo es, no va a ser porque tenga propuestas de solución, porque no las tiene; va a ganar porque el actual gobierno lo ha hecho tan, pero tan mal, que la gente está harta de la clase política que actualmente nos gobierna, por lo que va a votar por lo que es diametralmente opuesto al actual gobierno; ya se escucha en la calle que el siguiente gobierno “no puede ser peor”, esperemos que tengan razón.

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