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Revolución en la iglesia de Bergoglio

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Por: Maria Dolores Bravo

Malta se suma a las diócesis de Filipinas y de algunas alemanas, italianas, argentinas etc… en la aplicación más laxa del controvertido documento papal “Amoris Laetitia”, según la cual, divorciados en estado de adulterio, podrán a partir de ahora acceder a los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión, sin que medie la continencia sexual, necesaria antes de Francisco, para evitar el sacrilegio.

Bergoglio ha sentado las bases para que Dios sea profanado en la Iglesia de Jesucristo. Ya lo afirmó el arzobispo Bruno Forte: “El papa me ha dicho: si hablamos de la comunión a los divorciados, no veas el lío que nos van a armar. Vamos a hacerlo indirectamente y yo ya sentaré las bases después”.

La guerra entre el bando que sigue las líneas trazadas por Juan Pablo II y Benedicto y los que se proponen dislocar los preceptos divinos, a manos de Bergoglio, está llegando a su clímax, y sólo se resolverá cuando ambas partes se separen irreconciliablemente. 

Para los que se quedan con Francisco hay que advertirles que siendo éste un “Papa” fruto de un acuerdo pre cónclave entre cardenales, tal como afirma el card. Danneels en su biografía, y teniendo en cuenta la constitución apostólica de Juna Pablo ll “Universi Dominici Gregis” sobre la vacante de la Sede Apostólica y la elección del Romano Pontífice, que prohíbe bajo pena de excomunión precisamente estos pactos que potencian a un candidato determinado, ni Bergoglio ni los que le auparon pertenecen ya a la Iglesia Católica y por eso, Bergoglio no es un papa canónicamente válido.

Los obispos de Malta acaban de rubricar su disidencia de la tradición católica pues en unas directrices publicadas en L’Osservatore Romano, el diario nacional del Vaticano, invocando repetidamente al Amoris L. han aprobado directamente la comunión eucarística a los católicos divorciados en nueva unión civil, siempre que se sientan “en paz con Dios” y obligan a los sacerdotes a darles la absolución aunque los “penitentes” se nieguen a arrepentirse de su adulterio público y permanente y a abstenerse de relaciones sexuales.

Como afirma el canonista Edward Peters, Los obispos de Malta dan luz verde al sacrilegio, con la aprobación vaticana, no sólo de la Sagrada Comunión sino también la Confesión poniendo en peligro de condenación eterna a los fieles y también a sacerdotes y obispos. 

¿Qué puede haber más perverso que un Papa que dirige a las almas directamente al Infierno disfrazando de misericordia lo que en realidad es una profanación directa a Dios y a sus dones?