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Reforma eléctrica. Posturas opuestas

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Reforma eléctrica. Posturas opuestas

Mario Flores Pedraza

Nombre de la columna: “Antítesis”

En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre la propuesta de reformar la industria eléctrica en el país. En el congreso de la unión, los medios de comunicación y en las redes sociales se ha generado un gran debate acerca de este tema debido a la postura tan marcada que tiene el gobierno de México de impulsar esta reforma, y por otro lado la oposición, que tiene una postura diametralmente opuesta para frenar la reforma. En esta columna no hablaré mucho de lo que conviene al país (de frenar o impulsar la reforma), me enfocaré más en las posturas que han tenido ambas partes respecto al tema y que las ha originado.

Por un lado, concuerdo abiertamente con el gobierno federal cuando señala que los gobiernos anteriores habían estado haciendo reformas privatizadoras para que unos cuantos políticos aliados con empresas privadas con intenciones enfocadas en la acumulación del capital y no buscando generar un estado de bienestar en el país hayan impulsado reformas privatizadoras de los bienes de la nación. De otro modo, ¿Cómo te explicas que altos funcionarios de los anteriores gobiernos, mientras estaban en funciones dieran contratos leoninos a empresas privadas y después de eso se hayan ido a trabajar a los consejos de administración de estas empresas? Ese tipo de acciones han logrado darle al gobierno actual un gran pretexto por el cual quieran hacer esta reforma.

Por otro lado, el contexto mundial en materia energética ha cambiado mucho los últimos años, dándole en parte razón a los que quieren frenar esta reforma. México forma parte de los esfuerzos de la ONU para obligar a las naciones que reduzcan sus emisiones de gases, de hecho el 31 de octubre iniciará la COP-26 que es el foro político de más alto nivel que reunirá a jefes de estado, funcionarios y ambientalistas de todo el mundo para hacer frente a la crisis climática; nuestro país asistirá con la vergonzosa postura de una reforma que hace a un lado las energías limpias y que apuesta por las más contaminantes de todas las formas de generación eléctrica: la quema de combustibles fósiles.

En conclusión, ambas posturas tienen razones fuertes para buscar impulsar o frenar la reforma; tal vez si los gobiernos anteriores no hubiesen sido tan avariciosos y hubiesen enfocado las reformas privatizadoras de los bienes de la nación, en los ciudadanos y no en el beneficio de unos cuantos, probablemente no habría muchos argumentos por los cuales impulsar la reforma. Considero que el partido en el poder y la oposición debieran ser más autocríticos en este tema y buscar conciliar ambas posturas por el bien del país.