Niños con correa y perros en carriola
Por: Eusebio Ruiz Ruiz.
Camino por las calles de la ciudad, de pronto me encuentro a padres de familia que utilizan una correa como técnica para tener control sobre los hijos pequeños, muy semejante a cuando se lleva al perro a dar la vuelta.
Sigo caminando, aparece ante mi vista una señora que lleva su mascota en una carriola, es una perrita, escucho que la mujer le llama “mi niña”.
¡Caray! Este mundo al revés… Me quedo pensando… Observo un poco…
Cuando el niño se estira, el papá le da el jalón con la correa, al jalonear al niño está la posibilidad de lastimarlo. Cuando el perro se da el estirón, sucede lo mismo.
Trato de entender (no de aprobar), la correa da cierta seguridad a los padres, lo que no entra en mi cabeza es el exagerado amor por las mascotas. La petofilia ya es un trastorno psicológico, que lleva a tratar a los animales como si fueran seres humanos, impidiendo a las mascotas comportamientos propios de su especie, además de impactar en la calidad de vida de los animalitos.
Le pregunté sobre este asunto a mi buen amigo Google, el buscador me proporcionó las opiniones de la pediatra Sabrina Critzmann y de dos psicólogas importantes, Jennifer L. Harstein y Peggy Drexler.
La Dra. Critzmann no recomienda el uso de correas, asegura que pueden ocasionar posturas poco saludables en el desarrollo de los niños, además de obstaculizar la construcción de la autoconfianza y el autocontrol en los pequeños.
Este tipo de tratos pueden dejar en los niños secuelas de humillación, asegura la psicóloga familiar Harstein.
La psicóloga y catedrática Drexler afirma que el uso de correas en los niños los absuelve de tener que escuchar a sus papás, y a los progenitores los exime de tener que enseñar a sus hijos a escuchar, a seguir reglas, mantenerse a salvo y a utilizar el sentido común.
A esto que dicen los expertos, agreguemos que el contacto físico es esencial entre los seres humanos, nos brinda bienestar psicológico y salud corporal. Razones más que suficientes para afirmar que es mejor tomar al niño de la mano, llevarlo entre los brazos, cargarlo en la cangurera, que el hijo sienta a los padres y que los papás sientan al hijo.
La verdad no creo que la correa sea agradable, imagine que su “media naranja” lo llevara atado con la correa a dar la vuelta por la plaza o por las principales calles. ¡Que experiencia!
En mi niñez nunca me pusieron correa, afortunadamente no se usaban, ¡se imagina!, en ese tiempo hubieran sido cadenas; nunca supe de un papá o mamá que llamara niños o niñas a las mascotas, eso lo escucho hoy, algo pasa que algunas personas no alcanzan a distinguir bien.
Eso de amarrar a los niños, aunque la correa esté muy bonita, es un límite a la libertad física, sobre todo si los chicos se encuentran en la edad en que intentan descubrir todo.
Los papás tienen como trabajo y obligación enseñar al hijo cómo debe comportarse para no separarse cuando anden en la calle, también es deber de ellos estar siempre alertas.
Soy padre de 4 hijos, ni mi esposa ni yo tuvimos la necesidad de amarrarlos cuando eran pequeños -y ninguno era quieto- los llevábamos tomados de la mano, cargados o en la carriola y siempre sin perderlos de vista, creo que esto sí es de humanos.
En fin, las correas para niños, un artículo más en venta ¿será realmente necesario? No todo lo que se vende se necesita ni todo lo que se vende beneficia.
Termino con algunas interrogantes en relación con este tema.
Que el lector tenga la mejor opinión.
¿Qué le sucederá al niño que lo controlan con correa? ¿Se escapará, como lo hace el perro o sentirá miedo al no sentirse atado?
¿Comodidad de los padres? ¿Seguridad para padres e hijos?
¿Medida disciplinaria o trato humillante y denigrante?
¿Otra manera de amarrar a los hijos? ¿Otro tipo de maltrato infantil?
¿Padres incapaces para cuidar, controlar y disciplinar a los hijos?
¿Se estará tratando a las mascotas como niños y a los niños como mascotas?
Gracias por su tiempo.
