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New York Times

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Mario Flores Pedraza

Nombre de la columna: “Antítesis”

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¿Alguna vez has visto una imagen de un vestido que hay personas que lo ven dorado y otras personas al ver esa misma imagen ven al vestido de color azul? Por más que una persona que ve el vestido azul le diga a la que lo ve dorado que la realidad es como lo percibe, la otra va a ser imposible que lo vea de esa manera. Bueno eso mismo pasa al hablar de política en México. Hay gente que decide creerle al presidente López Obrador, hay gente que no le va a creer. En gran mayoría de las opiniones sobre nuestra política intervienen nuestras emociones, experiencia de vida y el conocimiento que tengamos. Lo que creo que hace falta en las opiniones es que intervenga un poco más la razón, y considero que es porque muchas veces consumimos propaganda y no conocimiento. No hacemos la tarea.

Hagamos un ejercicio sobre el tema del reportaje del New York Times sobre el presidente de México. Si yo escribiese en este artículo de opinión que la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez en su gira en el extranjero aparte de visitar ciertos organismos internacionales, también visitó al New York Times y al Washington Post en los mismos tiempos que se empieza a hacer tendencia en Twitter el #narcopresidente en tiempos electorales, hilarán estos hechos con que el reportaje es guerra sucia contra el gobierno de López Obrador. Muchos de los que leen este artículo estarán de acuerdo con esta narrativa. Habrá otros que no les complazca esa narrativa y que afirmen que hay elementos contundentes de que el presidente López Obrador es un narcopresidente y no pongan en tela de juicio lo que redacta el artículo. Es más, aunque el artículo no presente ninguna prueba real de lo que redactan se harán la idea de que por la relación bilateral entre ambas naciones el gobierno de Estados unidos no siguió investigando al presidente de México.  Por lo que me pregunto siguiendo la analogía del párrafo anterior; para ti ¿El vestido es azul o dorado?

La semana pasada el New York Times publicó un reportaje sobre el presidente de México muy polémico. En tiempos de las campañas electorales, la ética en las investigaciones periodísticas y reportajes se convierte en un faro crucial que guía la búsqueda de la verdad en medio de las turbias aguas políticas. Sin embargo, ¿cómo podemos interpretar un artículo que, en lugar de arrojar luz sobre los hechos, se empeña en tejer una telaraña de dudas sin una sola prueba sólida?

Imaginemos este escenario: un artículo que, en vez de ofrecer evidencia contundente y argumentos sólidos, se entrelaza en insinuaciones vagas y sugerencias ambiguas. ¿Acaso es esta la forma en que se deben presentar los reportajes, especialmente en tiempos electorales donde la transparencia y la honestidad son más necesarias que nunca?

Un reportaje ético no se contenta con sembrar dudas infundadas, sino que busca la verdad con determinación y rigor. La ética periodística demanda un compromiso inquebrantable con la veracidad y la imparcialidad, incluso cuando las fuerzas políticas intentan empañar la realidad con neblina retórica.

En este contexto, la interpretación de un artículo que pretende crear incertidumbre sin base alguna debe ser llevada a cabo con una lupa crítica y un escepticismo saludable. ¿Cuáles son las fuentes citadas? ¿Se presentan hechos concretos o simplemente conjeturas veladas? ¿Existe un equilibrio entre las diversas perspectivas o se privilegia una narrativa tendenciosa?

Un reportaje ético no solo se preocupa por los titulares impactantes, sino por el contexto completo y la veracidad de cada afirmación. Las acusaciones sin fundamento son como castillos de naipes, susceptibles de desmoronarse con el más ligero soplido de la verdad.

En tiempos electorales, la responsabilidad de los medios de comunicación es aún mayor. Los ciudadanos dependen de ellos para obtener información veraz y fundamentada, no para ser bombardeados con especulaciones sin respaldo. Por ello, la importancia de interpretar de manera crítica y reflexiva cualquier artículo que pretenda desviar la atención con artimañas retóricas.

La ética en las investigaciones periodísticas y reportajes exige un compromiso absoluto con la verdad y la integridad, especialmente en tiempos electorales donde la manipulación y la desinformación acechan en cada esquina. Interpretar un artículo que busca sembrar dudas infundadas sin pruebas sólidas requiere no solo de un ojo agudo, sino de un corazón comprometido con la búsqueda incansable de la verdad, sin importar cuán escurridiza pueda parecer.