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Laudate Deum

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Laudate Deum

Laudate Deum

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Laudate Deum es una locución latina que significa “Alaben a Dios”, es el título de la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco, publicada por la Oficina de Prensa del Vaticano el pasado 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís. El tema del documento es la crisis climática, está dirigido a todas las personas de buena voluntad, se ha dicho que es la continuación de la Carta Encíclica Laudato si’ (Alabado seas), publicada en el año 2015.

La exhortación cuenta con 73 numerales, distribuidos en la introducción y en 6 capítulos: 1. La crisis climática global, 2. Más paradigma tecnocrático, 3. La debilidad de la política internacional, 4. Las conferencias sobre el clima: avances y fracasos, 5. ¿Qué se espera de la COP28 de Dubai? y 6. Las motivaciones espirituales.
A continuación, presento un resumen de la exhortación apostólica, es el segundo documento sobre ecología escrito por el pontífice actual, es la voz de Francisco.
La introducción del documento (números del 1 al 4) se inicia con la invitación del santo patrono de los ecologistas, Francisco de Asís: «Alaben a Dios por todas sus criaturas». El Papa afirma que, a ocho años de publicar la Carta Encíclica Laudato si’, no se han dado reacciones suficientes para el cuidado de nuestro planeta, la casa común se va desmoronando, acercándose, quizás, a un punto quiebre, el cambio climático es un desafío al que nos enfrentamos.
El impacto del cambio climático y sus graves consecuencias es lo que mueve al líder católico a escribir la exhortación apostólica Laudate Deum.

En el primer capítulo: La crisis climática global (5-19), el Pontífice habla de que los signos del cambio climático son cada vez más patentes, no se pueden ignorar los quejidos de la tierra: calor inusual, sequías severas, lluvias excesivas, aluviones, grandes nevadas, fríos extremos, el derretimiento de las capas de hielo, el aumento del nivel del mar, maremotos, etc., todo presentándose como fenómenos extremos, cada vez más frecuentes e intensos.

Valiéndose de estudios científicos, acontecimientos y estadísticas, Francisco refuta a los que se burlan, ridiculizan o niegan el calentamiento global y a los que culpan a los pobres de ser los que más dañan al planeta.
En la exhortación se explica cómo la temperatura del planeta ha ido aumentando a una velocidad inédita, con el grave riesgo de alcanzar el límite máximo global de 1.5 grados centígrados, sin que la crisis climática sea un asunto de interés para los grandes poderes económicos.

Hay daños al planeta que ya son irreversibles, sin embargo, se pueden evitar otros más dramáticos, lo que exige responsabilidad por la herencia que se va a dejar a las siguientes generaciones.
En el planeta “todo está conectado” y “nadie se salva solo”, afirma el Papa al final del primer capítulo.
Más paradigma tecnocrático (20 -33), es la segunda sección de la exhortación apostólica, aquí se recuerda lo escrito en Laudato si’ “acerca del paradigma tecnocrático que está detrás del proceso de degradación del medio ambiente”, es necesario recordar que los recursos naturales que se utilizan en la tecnología no son ilimitados.
Es en este mismo capítulo en donde el sucesor de san Pedro toca el tema del poder. Se piensa que la realidad, el bien y la verdad brotan del poder tecnológico y económico, las últimas novedades en tecnología parten de la idea de un ser humano que no tiene límites, quienes reúnen el poder tecnológico y el económico pueden incluso, tener un dominio impresionante sobre toda la humanidad y el mundo. Es tremendamente peligroso que ese poder esté en las manos de unos cuantos.
“No todo aumento de poder es un progreso para la humanidad”, no siempre es un desarrollo para el ser humano en cuanto a responsabilidad, valores y conciencia, un poder tan grande puede arrasar con la vida.
El ser humano está incluido en la naturaleza, se necesita armonizar la vida humana, la inteligencia, la libertad y el medio ambiente.
Es necesario repensar el asunto del poder humano, su sentido y sus límites, porque con los asombrosos avances tecnológicos nos convertimos en seres altamente peligrosos, al grado de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra supervivencia.
Se requiere de una ética sólida para que el ser humano hago un uso recto de la tecnología, sin destruir el ambiente ni ponerlo en peligro.
La tercer sección: Debilidad de la política internacional (34 -43) trata sobre los acuerdos multilaterales entre los Estados, comenta que estos deben ser favorecidos para que se pueda avanzar. Aclara que el multilateralismo no debe entenderse como una persona o élite donde se concentre todo el poder, sino que deben ser «organizaciones mundiales dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales».
La autoridad de estas organizaciones debe ser real e independiente de circunstancias políticas, de manera que se pueda responder debidamente a los retos ambientales, sanitarios, culturales y sociales, especialmente para consolidar el respeto a los derechos humanos más elementales, a los derechos sociales y al cuidado de la casa común.
Conferencias sobre el clima: avances y fracasos (44 -52), es el cuarto de los capítulos, en esta parte de la exhortación apostólica se hace un recorrido por las distintas conferencias sobre el clima, partiendo desde la que se llevó a cabo en Río de Janeiro en 1992 hasta llegar a la Conferencia de las Partes (COP) 27 de Sharm El Sheikh (2022).
Fracasos, tratados, acuerdos, incumplimientos, compromisos, protocolos que no entraron en vigor, propuestas, nuevos comienzos, objetivos y carencias, es de lo que se va hablando durante el paso por las distintas conferencias.
Al final de este capítulo se concluye: «los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos…» y «las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad».
En el capítulo 5: ¿Qué se espera de la COP28 de Dubai? (53-60), el Papa Francisco expresa su confianza en la capacidad del ser humano para pensar en grande, la convención de Dubai debe dar “lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente. Esta Convención puede ser un punto de inflexión, que muestre que todo lo que se ha hecho desde 1992 iba en serio y valió la pena, o será una gran decepción y pondrá en riesgo lo bueno que se haya podido lograr hasta ahora”.
Si hay un interés sincero en lograr que la COP28 sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo cabe esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente.
En el último capítulo el Papa se dirige a los católicos y a quienes profesan otras religiones, recordándoles que una fe auténtica “ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado”.
El ser humano debe respetar las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios con los demás seres de este mundo.
Jesús «podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atención llena de cariño y asombro…».
Dios ha unido a todas sus criaturas, la vida humana no se puede comprender ni sostener sin los demás seres del universo, somos una especie de familia universal, la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno y la extinción de una especie equivale a una mutilación. Así terminamos con la idea de un ser humano autónomo, todopoderoso, ilimitado, y nos repensamos a nosotros mismos para entendernos de una manera más humilde y rica.
La exhortación apostólica invita a que el ser humano se reconcilie con el mundo y lo embellezca, porque esto tiene que ver con la dignidad personal y los grandes valores. Las soluciones más efectivas en relación con el tema que trata el documento vienen de las grandes decisiones en la política nacional e internacional.
El Papa termina diciendo: «Alaben a Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo.