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Lampedusa

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Lampedusa

Por: Carmen Lucía Munguía Gallegos

El primer viaje oficial fuera del Vaticano que realizó el Papa Francisco fue el 8 de julio de 2013 a Lampedusa. Hace siete años que visitó esta isla que se ubica al sur de Sicilia, entre Túnez e Italia.

Pero no viajó hacia allá por lo paradisiaco del lugar, sino por la tragedia humana que tiene origen justo ahí en el Mediterráneo, en donde se calcula que han fallecido 25 mil personas en los últimos veinte años, entre ellas, mujeres, niñas y niños. Ahí el Papa Francisco arrojó una corona de flores al mar a manera de homenaje e invitó a todos a despertar de la “globalización de la indiferencia”. Exhortó a acoger a quienes buscan una vida mejor y preguntó: “¿Acaso ha llorado alguien en el mundo por estos hermanos?” .

Escribo esto que retomo del libro “Los viajes de Francisco, conversaciones con su Santidad” de Andrea Tornielli,  que relata anécdotas y pormenores de los viajes internacionales del Papa Francisco, y que relacioné de inmediato con una noticia muy agradable que encontré en la televisión hace días.

En un parpadear, a través de la pantalla del televisor, vi a miles  en las calles de Berlín, Alemania, reclamando apoyo  para refugiados y rescatistas de personas migrantes en el mar Mediterráneo. La noticia fue algo fugaz, pero recuerdo perfectamente la pancarta que una persona mostraba en alto y que llevaba escrito el mensaje: “humanity first” (humanidad primero).

La verdad es que la noticia me alegró el día y me llenó de esperanza. Ver en las calles a tanta gente con el único fin de ayudar a otras personas, exigiendo soluciones humanitarias al gobierno, me hizo recordar la preocupación que hizo pública el Papa Francisco en Lampedusa, por tantas personas migrantes huyendo de la guerra y la miseria, que terminan ahogados en el Mediterráneo, muertos.

Es realmente alentador que no sólo personas como el Papa Francisco, o Carola Rackete, aquella capitana alemana del barco Sea Watch 3 que desafió a las autoridades italianas en 2019, al acercar el barco al puerto de Lampedusa, con cuarenta migrantes náufragos que había rescatado en el mar; sino que esta vez hayan sido miles de personas quienes salieron en defensa de refugiados y de personas rescatistas en el mar Mediterráneo.

El problema es que esto no sucede en todo el mundo quizás porque el drama de las personas migrantes no se puede comprender verdaderamente si se opta simplemente por ponerles la etiqueta de “migrantes” que  deshumaniza. Se requiere entender que se trata de PERSONAS, antes que “migrantes”, ya que como lo dijo el Papa Francisco, huyen de la miseria, de la guerra, buscan una mejor vida. Ojalá que el Papa Francisco haya visto las noticias de Alemania, y que la humanidad

entera despierte de lo que hizo bien en llamar la “globalización de la indiferencia”.