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La generación blandita por Eusebio Ruiz Ruiz

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“La generación blandita”

Por: Eusebio Ruiz Ruiz. 

Investigadores en distintas áreas del conocimiento han escrito sobre las generaciones “Ni Ni”, “X”, “Millennials”, “Z” y otras, cada una con sus características propias. Actualmente educadores, psicólogos, filósofos y sociólogos están hablando de la “generación blandita”.

Niños, adolescentes, jóvenes y hasta adultos integran la llamada “generación blandita”, pero, ¿cómo se fabrican los “blanditos”?. Trataré de concretizar en 10 puntos lo que dicen algunos especialistas.

1.- Si el hijo se cae, rápido ve a levantarlo, tiéndele la mano, algún día aprenderá a no esforzarse por levantarse, se quedará en el suelo. Mucho mejor es aprovechar sus caídas para educarlo en el esfuerzo, que se levante solo; la periodista, especializada en educación, Eva Millet asegura que hay niños que ya han aprendido a no levantarse.

2.- Procura que el hijo crezca sin obstáculos en la vida, por ejemplo, si no acreditó una materia entrevístate con el director o el maestro, pídele que lo pase (petición que yo he escuchado varias veces), así nunca aprenderá a resolver sus problemas de manera correcta. Cicerón afirmaba: “Cuanto mayor es una dificultad, mayor gloria es superarla”.

3.- Que en la casa no haga ningún trabajo propio del hogar, pobrecito se puede cansar, maltratar las manos o sudar, además eso es para los criados. En la vida hay deberes con los que tenemos que cumplir, aunque no sean de nuestro agrado, Alfonso Aguiló, experto en educación, afirma que al hacer este tipo de labores ejercitamos nuestra voluntad, superamos la pereza y dominamos nuestro egoísmo.

4.- Sobreproteja al hijo, es una buena medida para que nunca aprenda a desarrollar sus capacidades, jamás sabrá lidiar con los problemas y sinsabores de la vida, en lugar de beneficiarlo lo habrá perjudicado.

5.- Facilítele todo al hijo, la consecuencia es que no sabrá hacer nada, no se formará en la cultura del esfuerzo, cuando los padres falten iniciará la crisis.

6.- A toda petición que le hace el hijo, respóndale con un “sí”, de esta manera cuando se le presenten las adversidades (los “no” de la vida) se frustrará fácilmente, se sentirá mal, quizás hasta llegue al suicidio. Negarse a algunas peticiones que el hijo hace es formación, no todo está permitido, hay límites.

7.- Mime al hijo, en el futuro será endeble; hágale la tarea, para que no aprenda ni lo mínimo; cárguele la mochila hasta el salón de clase y de regreso a casa, sus brazos no tendrán fuerza; llévelo todos los días en carro hasta la entrada de la escuela, que no camine nada, sirve que nunca aprenderá a cruzar la calle; reclámele al maestro porque le levantó la voz, diga que lo humilló, sirve que crece “delicadito”; cuando no quiera ir a la escuela invente una mentira y justifíquele la ausencia, en el futuro perderá los trabajos por irresponsable; grítele al árbitro cuando le marque infracción, de paso le justifica los abusos que cometa con los demás, algún día las víctimas serán los propios familiares.

8.- No permita que tenga algún trabajito remunerado, pensará que todo en la vida es regalado. A los hijos no les hace mal trabajar, el trabajo forma a la persona, sabrá que el dinero se gana con esfuerzo, lo hará responsable, valorizará lo que gana. Una buena herencia es el haber aprendido a trabajar.

9.- Premie al hijo por todo, inscríbalo en una escuela que haga lo mismo, aprenderá que con o sin esfuerzo obtendrá su premio; pensará que tiene derecho a un salario sin trabajar. Frederick Douglass decía: “Si no hay lucha, no hay progreso”.

10.- Impídale que sufra, cuando por alguna razón tenga que sufrir no sabrá cómo superarlo, estará vencido. El activista Kenji Miyazawa escribió en una de sus obras: “debemos abrazar el dolor como el combustible de nuestro viaje”, y el reverendo Robert H. Schuller dijo: “los tiempos difíciles nunca duran, pero la gente dura sí”.

“El capullo de mariposa” es una reflexión que da mucha luz sobre este asunto: Un hombre encontró el capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder verla cuando saliera de él. Un día, vio que había un pequeño orificio, y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir de capullo.

El hombre observó que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño orificio en el capullo, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado la lucha, pues aparentemente no progresaba en su intento. Semejaba que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del capullo para hacerlo más grande y de esta manera por fin la mariposa pudo salir.

Sin embargo, al salir, tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.

El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas… Nunca pudo llegar a volar.

Lo que el hombre, en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo, y la lucha requerida por la mariposa para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar.

Nicky Morgan, ministra británica de educación, propone que se debe educar en aspectos como resistencia, capacidad de recuperación en el fracaso, habilidad para trabajar en equipo y en humildad al tener éxito.

El filósofo español, Alejandro Llano habla de que cualquier país requiere de una población altamente educada, para lograrlo no basta con el aprendizaje y la formación en competencias sociales, es necesario formar a los jóvenes en el carácter, además de enseñarlos a madurar, de esta manera estarán mejor preparados en lo profesional y podrán ser factor de cambio social.

Para terminar, los hijos no se van a morir si les exigimos esfuerzo, trabajo, lucha o les marcamos límites, “Lo que no me mata me hace más fuerte”, escribió Friedrich Nietzsche en “El ocaso de los ídolos”. Más vale tener hijos fuertes, virtuosos y con carácter a que sean “nenes blanditos”.