Por : Carmen Lucía Munguía Gallegos
Señor Presidente, en una conferencia de prensa Usted dijo que era el servidor público que más escucha al pueblo. También, que en una semana escucha a alrededor de mil personas. Entonces ¿qué pasa con nosotras las mujeres de México, las de todos los estados? ¿no somos pueblo también? ¿se percató de nuestra ausencia el 9 de marzo? ¿se dio cuenta de los ríos de nosotras el día ocho? He estado atenta a sus reacciones y es notoria la indiferencia, la falta de empatía. Lo escucho y me decepciona encontrar en su discurso, una preocupación prioritaria por los políticos oportunistas que ahora se llaman “feministas”.
Por favor, Presidente, no caiga en ese juego. Déjelos de lado, y en cambio, acérquese a nosotras, sea nuestro aliado. ¿Ya escuchó la canción de Vivir Quintana? Se llama canción sin miedo, escúchela por favor, a solas, haga ese ejercicio, sienta todo eso que nosotras sentimos. Sepa que si bien, la convocatoria al paro la lanzó el colectivo feminista Brujas del Mal, nos hemos unido muchísimas porque aunque muy diferentes, las mujeres estamos conscientes de que necesitamos exigir en unidad, el derecho a vivir, a vivir una vida libre de violencia.
Es una cuestión natural, de supervivencia Señor Presidente. No queremos que nos tomen por la fuerza, que nos violen, que nos torturen, que nos maten, que nos despedacen y arrojen nuestros cuerpos a canales, baldíos o a la calle. No queremos que eso le pase a nadie, pero sabemos que siendo mujeres somos carne de cañón, en un país profundamente machista.
Deseamos con el alma que nadie tuviera que haber vivido un feminicidio. Usted, que ha estado cerca del dolor, la necesidad, la pobreza, la angustia, la desesperanza… si no en todos los rincones del país, en la mayoría seguramente, no permita que nada le nuble la vista ante el pueblo que representa, no permita que nada lo aparte de nosotras las mujeres, que somos muchas y también somos el pueblo a quien debe garantizarle derechos. Usted luchó muchos años por ser Presidente, no desperdicie ahora la oportunidad histórica que tiene en sus manos de atender un mal que se ha vuelto monstruoso.
Es un tema cultural, de impunidad, de falta de prevención, un problema por demás complejo y con muchas aristas. Pero por favor Señor Presidente, no hable de los jóvenes o del campo o de salarios cuando le preguntan por los feminicidios. Queremos que hable del problema como tal en sus discursos, que lo conozca, que lo sienta, que le indigne como otros tantos temas. Hable del género, del machismo, del patriarcado, de la violencia de género, del acoso sexual, de los feminicidios, del techo de cristal, de la equidad e igualdad, del empoderamiento de las mujeres, póngase en nuestros zapatos. No podemos esperar al siguiente sexenio, a hacernos viejas, a salir a la calle con un bastón a reclamar el feminicidio de una nieta.
Necesitamos contar con su voluntad y respaldo absoluto de inmediato. Vuelvo a la canción que le recomendé, no deje de escucharla, si es que algún día lee esta columna o alguien más le da el mismo consejo.