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EPN: Un mundo raro

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“Todos son locos, pero el que analiza su locura, es llamado filósofo.”

Ambrose Bierce (1842-1914)

Por: Víctor Fuentes Cortés

Estas fueron las palabras de Enrique Peña Nieto durante la reunión con militares, marinos y sus familiares en el Estado de México: “Quienes les digan que vivimos en un país que está en crisis, crisis es seguramente lo que pueden tener en sus mentes, porque no es lo que está pasando, y las cifras hablan por sí mismas. Honestamente somos un país que en un entorno mundial complejo y difícil, sí hemos venido creciendo”. Un libro no me alcanzaría para intentar expresar la indignación que semejante afirmación me ha causado, por ello me desahogo en estas letras.

La exhibición de un presidente que abandonó el planeta desde hace tiempo para escapar a una realidad alterna, no fue solamente la confirmación de una modesta capacidad intelectual, sino una raya más a la lista de afrentas contra un mexicano que desde hace tiempo está cerrado por derribo.

Como en su momento se ubicó a Vicente Fox, en un país imaginario denominado Foxilandia, por sus recurrentes declaraciones alejadas de la realidad, ahora el titular del Ejecutivo federal padece un síndrome similar y sus discursos no hacen más que hacer gala de una nación inexistente, una de otra dimensión.

Y es que en Peñalandia podemos encontrar esas aludidas cifras “que hablan por sí mismas”. En ese planeta las cifras no arrojan empleos precarios, mal remunerados o de muy baja productividad; los números no muestran un aumento en los precios de productos básicos y aumento en impuestos en relación a un raquítico aumento de salario mínimo, sus cuentas no suman a 55.3 millones de personas en situación de pobreza.

En su planeta no se enteró nadie de que la economía en México se tuvo que ajustar por factores de desempleo, pobreza, deuda pública, inflación, tipo de cambio, poder adquisitivo y desaceleración en el crecimiento económico.

Y quiero ser claro cuando sostengo que lo que agravia al mexicano no es la permanente “fuga de la realidad” que experimenta el presidente, sino la desvergüenza de pararse ante soldados, marinos, familias mexiquenses y medios de comunicación, sosteniendo con absoluto cinismo que la crisis existe solo en nuestras mentes.

Como si de nuestras mentes pudiésemos inventar que el 59% de la población de 18 años y más considera que el problema más importante que aqueja hoy en día su entidad federativa es la inseguridad. Como si de nuestras mentes pudiésemos inventar que solo en febrero de 2017 se registraron más de dos mil víctimas de homicidio doloso en todo el país. Como si de nuestras mentes pudiésemos inventar que de diciembre de 2012 a febrero de este año se registran más de 9 mil secuestros.

Comparto con Salvador García Soto el sentimiento de indignación y preocupación al ver a un presidente que cae con estrépito y rompimiento frente a ti, que representas una nación confundida y lacerada que tras 5 años de esperar un resultado, observa con tristeza y ahora “crisis mental” como se desmorona su Estado.

Hoy, solo me queda participar y esperar que cualquier cambio en mi Estado (y en mi estado mental) sea generado desde la sociedad, pues mis expectativas de acción gubernamental se diluyeron al ver que mi presidente abandonó el país. Con estas palabras intento explicar que hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis, sería no menos que exaltar el conformismo.