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En un país muy lejano…

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En un país muy lejano…

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

En un país muy apartado, allá en el extremo del mundo irreal, en la frontera con el reino de lo real, se llevaban a cabo unas interesantes campañas políticas.

En ese pueblo distante había dos candidatos, ambos querían presidir la nación.

Uno tenía por nombre “A”.

El otro se llamaba “B”.

Muy emocionado el candidato “A” visitaba aquel pueblo, que, como buen candidato, jamás había visitado ni volvería a visitar.

La plaza principal lucía radiante, la multitud lo quería escuchar, ya en la tarima tomó el micrófono, se dirigió al pueblo y dijo:

En materia de seguridad enfrentaremos a la gente violenta, terminaremos con los criminales, tienen sus días contados, la prisión será su lugar, el orden y la paz volverán. Mi interés primordial es devolverte la tranquilidad que tú y los tuyos necesitan. ¡Tienes todo el derecho de vivir en paz!

El sistema de salud es otra de nuestras prioridades, igualará y superará a los mejores del mundo, ya no andarás mendigando la atención médica y las medicinas. ¡Tendrás el mejor personal médico!, ¡los mejores hospitales! ¡y las mejores medicinas! ¡Todo estará a tu alcance!

El nivel de educación llegará a la excelencia. Nuestros niños, adolescentes y jóvenes gozarán de un alto nivel académico, llegarán a ser profesionistas con una preparación excelente, los mejores trabajos y salarios serán para las próximas generaciones de profesionales. ¡Todo alumno universitario será becado! ¡Viva la educación! ¡Viva los estudiantes!

La pobreza irá desapareciendo, ¡no más pobres en nuestra tierra!, la lucha será tenaz hasta erradicarla, ¡ningún pobre en nuestro país! ¡Sabremos lo que es vivir en la abundancia!

¡Con tu apoyo y con tu voto lo lograremos!

¡Estamos en la antesala de ser una potencia mundial!

Así terminaba el breve y emotivo discurso.

Sentado en una de las bancas de la plaza de aquel pueblo, entre la algarabía, las porras, la música y los aplausos, un hombre canoso había escuchado durante muchos años, una y otra vez las mismas palabras. Sin querer venían a su mente las palabras del poeta español León Felipe:

 “Yo no sé muchas cosas, es verdad.

Digo tan sólo lo que he visto.

Y he visto:

Que la cuna del hombre la mecen con cuentos,

que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,

que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,

que los huesos del hombre los entierran con cuentos,

que el miedo del hombre…

ha inventado todos los cuentos.

Yo no sé muchas cosas, es verdad,

pero me han dormido con todos los cuentos…

y sé todos los cuentos…

Pasó un tiempo, al mismo lugar llegó el candidato “B”, subió a la tarima, tomó el micrófono, sin rodeos habló así:

En seguridad haré lo que pueda, los violentos son los que se imponen, ellos han establecido la dictadura de las armas, no sabemos de a cómo nos va a tocar.

La salud del pueblo me interesa, y mucho, pero es muy difícil salir del pozo en donde se encuentra, para que ustedes estén sanos lo primero que deben de hacer es conocer los deberes que tienen con su propio cuerpo y cuidarse. No se trata de tener hospitales ideales y llenarlos de enfermos que quieren recuperar la salud, mejor eviten enfermarse, no sean una carga para la sociedad ni para su familia ni para ustedes mismos, prolonguen su salud todo lo que puedan. Sigan de sedentarios, consumiendo alimentos chatarra y vivirán enfermos.

Haré la lucha por elevar el nivel académico de todos los alumnos, para hacerlo tengo que terminar con todos los vicios que hay en las instituciones educativas, en las organizaciones de los maestros y hasta en las mesas directivas de los padres de familia, saben que esto es prácticamente imposible. Sabemos que hay muchos docentes, pero la cantidad es mucho menor cuando se habla de maestros comprometidos. Los estudiantes tendrán becas, siempre y cuando tengan un buen promedio en sus calificaciones y sus padres comprueben que pagan los impuestos.

La pobreza seguirá existiendo, ningún sistema económico logra erradicarla, así es que, te pones a trabajar en serio, le echas a ganas a la vida, te formas el hábito del ahorro, no inventes gastos ni desperdicies el dinero en lo innecesario. Claro, si es que quieres subir otro escalón en lo económico.

¡Aspiro a ser presidente, no mago!

Su voto me llevará a presidirlos, ustedes harán lo que hay que hacer, el progreso dependerá de ustedes.  

El discurso del candidato “B” había terminado.

Los que se habían concentrado en la plaza empezaban su regreso a casa, caminaban decepcionados y cabizbajos.

El anciano de pelo blanco había permanecido muy atento a cada palabra.

Un adolescente se acercó al hombre longevo y le preguntó: ¿Quién ganará abuelo?

Las palabras del viejo se escucharon:

? La mayor parte de la gente se deja llevar por el canto de las sirenas, gustan de lo agradable al oído y aparentemente convincente, se dejan seducir, les encanta ser engañados, gozan con el engaño.

? Lo que dice el candidato “A” se acomoda a las falsas esperanzas de los ciudadanos, su retórica va de acuerdo con lo que la mayoría quiere escuchar, el candidato engaña y al ciudadano le gusta ser engañado.

? Entiendo abuelo, perderá “B”.

? Querido nieto, no olvides que estamos en un mundo ficticio, si un día vas a la vida real, recuerda siempre que el candidato “B” no existe, encontrarás solo candidatos “A”, aunque a lo mejor tengan por nombre “C” y “X”.

? ¿Cómo se engaña a todo un pueblo?, preguntó el jovencito.

El abuelo sonrió, lo tomó de la mano y le dijo: “Vamos a la casa a dormir, otro día te lo platico”, y se fueron caminando los dos.