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Ceguera

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Ceguera

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Un texto anónimo narra que el primer juego de las escondidas no fue entre personas, quienes por primera vez lo jugaron fueron los rasgos positivos y negativos del ser humano.

Paulatinamente -dice el cuentito- que unos a otros se encontraron, pero ¿qué cree?, únicamente el AMOR no aparecía, nadie lo encontraba.

Resulta que la LOCURA -tan reloca como siempre- buscó entre los árboles, los ríos, las montañas, las nubes y no encontraba al AMOR, ya casi se daba por vencida, cuando vio un rosal cargado de bellas rosas, tan hermosas como todo lo que está rodeado de amor.

LOCURA tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, de pronto un doloroso grito escuchó, las espinas habían herido en los ojos al AMOR, la herida era grave. La LOCURA no sabía qué hacer para disculparse, lloró, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces el AMOR es ciego y la LOCURA siempre lo acompaña, de esta manera comenzó a existir la CEGUERA.

La CEGUERA no se quedó en la vista, llegó al intelecto, invadió todo: la moral, lo psicológico, lo social, la política, lo académico, la vida laboral, lo religioso, lo espiritual…, en fin, fue avanzando en la vida de cada hombre. Por eso ahora la ceguera no es solo discapacidad visual, hay ceguera cognitiva, disatencional, emocional, moral, espiritual, política, social, etc.

El egoísmo, el individualismo, la ignorancia, la soberbia, el orgullo, el odio, los prejuicios, la irracionalidad, la carencia de un pensamiento crítico, los juicios endebles basados en las apariencias y en lo que se oye, son algunas de las causas por las que existe la ceguera.

En asuntos de política la inteligencia debe estar lúcida y la ceguera ausente, se necesita pensamiento, análisis y criterio lúcido en este 2024, nuestro País lo reclama, no sea que los regalitos recibidos cieguen al ciudadano, colocando unas gafas de madera que impida mirar más allá de los intereses muy particulares, olvidando el bien común.

Cuidado con la ceguera que no permite ver lo razonable, lo verdadero, lo que es tan claro que no necesita ser demostrado.

Cuidado con esa discapacidad que se tiene cuando la única ‘verdad’ que se acepta es la de las voces que se quieren oír, y lo que digan los demás es inadmisible.
Cuidado con la ceguera que impide opinar, dialogar, tomar acuerdos, emprender nuevos caminos y acertar en las decisiones.

Cuidado con la ceguera que lleva a la intolerancia, a la radicalización de puntos de vista y que nos incita a la división y al odio.

La ceguera es peligrosa, es enemiga del pensamiento, amordaza a la verdad, fanatiza, aborrega a las personas y produce marionetas.

Que nuestra inteligencia nos permita conocer a fondo otras realidades, otras posturas diferentes a las nuestras, no estemos cerrados y ciegos a las ideas que vienen del lado opuesto.

Seamos capaces de confrontar las posturas políticas diferentes y hasta opuestas para optar por lo mejor, no optemos a ciegas sin ni siquiera voltear a ver el lado contrario.

Hay una pequeña reflexión que escribió el psicólogo Anthony de Mello (+1987), se la comparto, tiene algunos arreglos míos.

Un señor, considerado muerto, fue acompañado por sus amigos y familiares al panteón.

Mientras lo bajaban a la fosa, el señor recobró sus sentidos y comenzó a golpear la tapa del ataúd.
Destaparon el ataúd. El ‘muerto’ se incorporó y dijo a los presentes:
? ¿Qué andan ustedes haciendo? Yo no estoy muerto.
En medio de un silencio aterrador, uno de los presentes dijo:
? Amigo, los médicos y el señor cura nos han dicho que tú estás muerto, y ellos nunca pueden equivocarse; en cambio, tú bien puedes equivocarte.

Otro de los que asistían al sepelio grito desesperadamente:
? Entiendan, está vivo, ¿acaso no lo ven? ¿acaso no lo escuchan? ¡Miren se mueve!
Uno de los familiares le respondió:
? Cálmate, como tanto tiempo lo habías visto vivo, piensas que siempre debe estar así, no amigo, todo pasa, cierren la caja fúnebre, ¡ya dijeron que está muerto!
Taparon nuevamente el ataúd, apretaron con mayor fuerza los tornillos y concedieron al ‘difunto’ la debida y piadosa sepultura.

La ceguedad no permitió ver que la persona estaba viva, el que sí veía fue silenciado.

Así de peligrosa es la ceguera, por el bien de nuestro País no seamos ciegos en las elecciones que se llevaran a cabo en este año, tenemos el tiempo suficiente para ver con claridad.