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Cambiar es posible

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Cambiar es posible

Cambiar es posible

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Me niego a pensar que las personas inclinadas a practicar el mal, a vivir fuera de la ley y a ser enemigos declarados del estado de derecho, ya no tengan remedio. Nadie está tan podrido como para que no le quede una pizca de humanidad, porción suficiente para dar un giro en su vida y abandonar su manera de vivir, además no se nace odiando ni con un corazón de piedra.

Cambiar es posible, no digo que sea fácil, se requiere valor, decisión, aceptar las consecuencias y buscar los medios para restaurar los daños. Comparto con el lector los casos de John Plummer, Deisy Sánchez Rey, Juan Carlos Murcia Perdomo y M.A. Montoya.

El 8 de junio de 1972, John Plummer, oficial del ejército estadounidense  ordena un ataque con napalm en la aldea Trang Bang de Vietnam, entre las personas afectadas por quemaduras en el cuerpo se encontraba una niña de 9 años, Kim Phuc, ella y otros niños huían del ataque cuando fueron captados por la lente del fotógrafo de guerra Huyng Cong Nick Ut, pocos días después la foto llegó  a manos de Plummer, la vida del piloto se vino abajo, no podía vivir con su crimen, después de la guerra continuaron los remordimientos, dejó el ejército,  empezó a beber, su vicio creció, se divorció; la fe cristiana lo hizo reaccionar, se hizo ministro religioso a fin de atender a las personas que sufrían  y superar la terrible intranquilidad de su conciencia por los males causados. En 1999, en Washington, tuvo lugar un encuentro de reconciliación entre John Plummer y Kim Phuc.

Deisy Sánchez Rey fue reclutada a los 16 años para las Autodefensas Unidas de Colombia, combatió por tres años, la arrestaron, estuvo dos años en prisión, reincidió, logró romper con los paramilitares, actualmente es psicóloga, especialista en derechos humanos, atiende a víctimas de la violencia y a personas adictas que se encuentran en recuperación, esto como una manera de reparar el daño ocasionado.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia reclutaron a Juan Carlos Murcia Perdomo, tenía 16 años, perteneció por 12 años a este movimiento guerrillero, en el manejo de explosivos perdió su mano izquierda. Afirma que la FARC le enseñó que el único y verdadero dios eran las armas y el dinero, sin embargo, en su testimonio dice que Dios le hizo comprender que la violencia no es verdad, que la debía expulsar de su corazón, no podía seguir siendo esclavo del mal. El exguerrillero creó una escuela deportiva con el objetivo de prevenir el reclutamiento infantil y para que a través del deporte los niños y los jóvenes no estén al servicio de las armas y de la droga.

El 16 de marzo de 2011 el periódico La Jornada publicó la entrevista que el periodista Arturo Jiménez hiciera al ex narcotraficante M.A. Montoya -así pide ser identificado-, el entrevistado comenta: “Un buen día sentí que tenía que salir de eso. No estaba muerto de milagro, y si estaba vivo era por algo. Así que decidí cambiar mi vida. Apagué mi teléfono, abandoné mi familia, amigos y prácticamente pasé a vivir en la clandestinidad por varios años, esperando a que las personas se olvidaran de mí o les llegara su fin violento, como suele suceder. Y yo no quería terminar así”. Este señor es autor de varios libros, actualmente ejerce su carrera de medicina y lanza una advertencia a los jóvenes: “el camino aparentemente fácil de vivir como parte del crimen organizado es como tocar la casa del diablo”.

Relacionado con este asunto, el Papa Francisco en la carta apostólica “Misericordiae vultus” (El Rostro de la Misericordia) invita a todos aquellos hombres y mujeres que forman parte de algún grupo criminal, a que se conviertan. Por vuestro bien –dice el Papa- os pido cambiar de vida, petición que hace en el nombre del Hijo de Dios, “que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador”.

“No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar”, comenta el Papa.

El obispo de Roma en la carta apostólica continúa diciendo: “Delante a tantos crímenes cometidos escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis”.

Los casos de Plummer, Deisy, Juan Carlos y M.A. Montoya son una pequeña muestra de que, quienes se dedican a la violencia y al mal pueden rehacer su vida y practicar el bien, sin lugar a dudas las complicaciones serán muchas por el ambiente en el que están inmersos, el primer paso será decidirse, la decisión es el punto de arranque.