SÓCRATES A. CAMPOS LEMUS.
UNA PEQUEÑA HISTORIA IX.
“CUANDO SE DESCUBRIÓ QUE LA INFORMACIÓN ERA UN NEGOCIO LA VERDAD DEJÓ DE SER IMPORTANTE” Kapu´scinski
Cuando uno conoce la soledad y la pobreza, sabe uno que con cualquier cosa se entretiene, no es pasar el tiempo por pasarlo, a los jodidos no nos sobra tiempo, por ello, solamente escucho aquellos grito de: “¡Cámara!, póngase buzo o se queda papaloteando!”. Aquí no viene usted a babear, a estar en la pendeja, aquí, se viene a jugar, si es que va a jugar. Cuando no hay más que lo que hay ahí, con eso, se entretienen uno. Pinta uno con un gis robado de la escuela, unas rayitas paralelas, pone uno especies de metas, una salida con forma de cuadrado y los carros, los carros son fichas recogidas en la tienda, ahí, si no abundan las fichas, cuando menos siempre hay y no la hacen de tos por agarrarlas, pero no hay que tomarlas así nomás, hay que decirle a Panchito si nos regala unas fichas para jugar. Panchito siempre parece bueno, serio, pero con ojos pizpiretos, piensa y calla, después de un rato, cuando nos tiene en la agonía, nos dice: Pues agarren, pero no hagan maldades.
Nos formamos por orden para ir tirando de la ficha, pegándole con el dedo, el chiste es que no salgas de las rayas o te regresas y el que va llegando a la meta es el que gana, pagas con la ficha, con la que perdiste. Así pasan horas y horas, los carritos no existen en nuestras casas, no hay para comer, menos para andar gastando en los carritos. Pero uno escucha que está la carrera Panamericana y esto es lo que genera en la imaginación de todos, no tenemos carros, no manejamos, pero sabemos que podemos competir en esa carrera con fichas, con pinches fichas tomadas de la tienda. Ahí va Fangio, Fiero Tarufi, en fin, nos dicen lo que nuestra imaginación toma y ve las curvas, ahora hay que trazar carreteras de gis con muchas curvas, se hace mucho más difícil golpear la ficha con cuidado, pocos llegan como en la realidad. Sí, soñamos, esa es la verdad.
Ahora ya no se ve en los mercados que vendan los huesos de chabacano ya sea sin pintar o pintados con anilinas, cada color tiene un valor, el hueso grande se pone paradito en la pared, se camina algunos pasos y se pinta una raya, también de gis, en el gis nos educamos y aprendimos a leer y a sumar, a joder con las caricaturas, con los recados, sacudiendo el borrador para que se manchara la ropa de blanco, y comenzamos por turnos a lanzar nuestros huesitos para ver quién tira al huesote parado, los huesitos que se vayan juntando, como en los bancos, se acumulan, y el que tira bien, gana todo, no hay gandallas, no hay medias tintas, todo o nada, a lo mejor por eso en los barrios es que somos o no somos, es que nos caen bien o los mandamos al carajo, hay pleitos, trompones, discusiones, después de sacar la sangre y no patear en el suelo, derecho el tiro, se vuelve uno a abrazar, a ser amigos, bueno, hasta se dan huesitos para que se siga el juego, no hay ambiciones ni venganzas, así es la solidaridad de los jodidos, como no hay nada más, pues el todo es la buena racha y el saber ser amigo, amigo de verdad, como hermanos, sin secretos, sin perversiones o sin ambiciones ni envidias, cada uno se conoce y cuando hay conocimiento, pues nada más hay que aceptar o largarse, esa es la fórmula del que vive entre lo poco y poco tiene, por ello la palabra tiene mucho valor, es machito de palabra, la cumple… y uno se pregunta ¿si no hay más, qué se pone como prenda?
Los jodidos no se aburren como los niños bien, suplen las carencias con la imaginación y a todo le dan valor, vamos por los tacones con los maestros remendones de zapatos y les compramos algunos, no sirven ya para nada, los mejores son los de hule, los pesados. Los tomamos desde una línea a otra línea y ponemos un quinto, uno de cobre o un veinte de esos de cobre que traían un sol, por eso siempre es, en un volado, el Sol o el Águila, Águila, todos tienen, el sol es el que va cambiando, por eso, calienta diferente. Se le pega a la moneda de canto, avanza dentro de un tramo y el que llega primero al otro lado cobra los quintos o los veintes que se anden jugando. Aprender, lo sabemos, cuesta, así que lo agarran a uno de pichón, de maje, de tonto, mientras va agarrando experiencia, pero mientras tanto, hay que pagar, caerle con la marmaja. o se sacan las canicas, las agüitas, los tiritos, los cayucos, se tira de uñita o de husito, todo depende de qué quieras hacer, dentro del círculo y hay que caerle primero al hoyo, de ahí, puedes comenzar a tirar a las demás canicas y sacarlas del círculo y son tuyas o son de los demás, por eso siempre hay que estar a las vivas, el que se apendeja se queda y el que se queda se jodió…en el juego es como se van formando los niños y van creciendo, rompiendo los pantalones en la rodillas, esperando el grito para que se vaya a cenar o comer y hacer la tarea y uno sueña con las estampitas, de esas hay de todas, hay albunes para pegarlas y llevarlas a cambiar por algún juguete, y compras el paquetitos y muchas se repiten y unas tienes y otras no, saber y conocer quién tiene cual y cómo la cambia, cual necesita, obliga a entender lo que es el valor de la información y de la discreción, uno no pilla, pregunta cuál te falta o cual tienes y por qué la cambias, así, vas cambiando de mano cada estampa, ya dije que como vivimos en el Centro, en la plaza, el que sabe sabe y ese lleva la ventaja, es el que toma la delantera, el que cobra más y paga menos, es todo un cambalache, un comprar y vender, un jugarse el resto y ganar o perder, así nos fuimos formando en esos patios de vecindad, entre olor a pobre, la pobreza tiene un olor, se nota en la ropa y en el zapato… por eso, conocer, nos hace libres o pensamos que nos hace o nos deja salir de esos muros que nos aterran…que nos aplastan, que nos hieren, que nos hacen llorar.