Su nueva realidad
El Abogadoamigo Luis Torre Aliyán
“…Pero que quede claro: no hay vuelta atrás. La ruta contra la corrupción que los mexicanos hemos emprendido, no tiene punto de retorno. Nosotros, desde la Coparmex, seguiremos haciendo lo que nos corresponde, participando como parte de la sociedad civil en el logro de este objetivo…”
Así lo dijo el jueves el Presidente Nacional de Coparmex, Gustavo de Hoyos, en el Ángel de la Independencia ante la presencia de los empresarios representantes de los 65 centros de la Confederación, mientras que exactamente al mismo tiempo se discutía en el Congreso la aprobación de la legislación secundaria del Sistema Nacional Anticorrupción.
El tema toral, además de mandar el mensaje de que la cruzada contra la corrupción apenas comienza, fue: exigir un sistema nacional anticorrupción -completo-, felicitando a aquellos senadores que reflejaron con su voto la intención de transparentarse con sus representados, y reprochar cívicamente a aquellos que, también con su voto, particularmente al de los artículos 29 y 32 de la Ley 3 de 3, demostraron abiertamente su resistencia a la maximización de la transparencia, y su descontento con la presión de liderazgos empresariales que fijan firmeza contra la corrupción, al pretender que toda la iniciativa privada que tenga relación comercial con gobierno presente su 3 de 3; respectivamente. Pues para nosotros, Coparmex, como para la población en general, dichas posturas riñen con el espíritu original de la genuina propuesta ciudadana. Le explico rápido porqué:
Dentro de la Ley 3 de 3, que se aprobó en el Senado, en su artículo 29 se sacrificó con argucia jurídica la máxima obligatoriedad de la publicidad en los formatos de la declaración patrimonial, lo cual es en sí, sacrificar parte de la esencia de la iniciativa, pues sin publicidad no se logra el cometido. Y, en su artículo 32, se endosa al sector privado que sea proveedor de gobierno, la responsabilidad de presentar sus 3 declaraciones, siendo que esa responsabilidad debe recaer –naturalmente- sobre quien ejerce los recursos públicos. Esperemos cambie esto, estaremos atentos.
Así, le comparto estimado lector, que tuve la oportunidad de acompañar al acto, al Presidente del Centro Empresarial de Ciudad Victoria, Licenciado Fidel Gallardo Aguilar, y me atrevo a ponerle el siguiente adjetivo al acto cívico: histórico. No es casualidad que El Universal, Milenio, La Jornada, El Economista, Reforma, Excélsior y demás medios de comunicación nacionales hayan dado un espacio protagónico -en primera plana- a la postura adoptada por la Coparmex junto al Ángel de la Independencia, frente a la resistencia de ciertos sectores de la clase política a cumplir en tiempo y forma con la materialización de la legislación secundaria del Sistema Nacional Anticorrupción. No había precedentes del tipo.
En fin. La clase política debe aceptar su nueva realidad. No me refiero a la influencia de las redes sociales –que sí son factor, desde luego-, sino a la importancia que la ciudadanía le está dando a la cosa pública. Es incontrovertible: el país atraviesa por el más alto nivel democrático que se ha tenido en la historia, y no asocien mi afirmación sólo a votos de castigo o alternancias, como generalmente se piensa, sino a participación de la gente, en general: a apoyar iniciativas ciudadanas, consultas populares, y fijar posicionamientos frente a los temas de interés público.
Aceptar su nueva realidad, en parte, significa: ver a la corrupción como el principal problema del país, por todas las repercusiones e incidencias directas e indirectas en los demás problemas.
Las estadísticas de Transparencia Internacional, Transparencia Mexicana, la OCDE, el INEGI, los múltiples escándalos corruptores, la afectación en las políticas públicas, etcétera, hicieron que la ciudadanía propusiera una iniciativa de Ley (3 de 3); esto es: en la sociedad ya asumimos nuestro papel; les toca: Acepten su nueva realidad.