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Reflexión sobre la toma del Capitolio

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Reflexión sobre la toma del Capitolio

por: Carmen Munguía

En su juventud, Barack Obama asegura que se sintió sumamente motivado por Harold Washington, el primer alcalde negro de Chicago, no tanto por lo que Harold hacía, sino por lo que hacía sentir a las personas, como que todo era posible y que se podía rehacer el mundo.

El ahora ex presidente número 44 de Estados Unidos y el primero afroamericano, dice en su reciente libro “Una tierra prometida”, que fue este personaje, Harold, quien sembró la semilla en él, y de hecho, quién lo hizo pensar por primera vez en ejercer un cargo público.

Leía esto que ahora comparto, en tanto se me cruzaban por la mente las imágenes de la toma del Capitolio, sede del Congreso y del Senado en Estados Unidos, incitadas justamente por Donald Trump. Medité entonces en estos líderes, uno demócrata, otro republicano, en estos personajes fuertes que surgen en la historia, en todos los tiempos, en lo que los forma, en sus ambiciones reales, en cómo ejercen ese liderazgo. Trump incitó entre sus seguidores a la violencia, que culminó en el asedio del Capitolio y en imágenes inusuales para la democracia de Estados Unidos, y que sin duda quedarán para la historia como un acontecimiento penoso y reprobable.

Michelle Bachelet, encargada a nivel mundial de observar el respeto de los derechos humanos, señaló que las alegaciones de fraude electoral por parte de Trump, se hicieron para tratar de socavar el derecho a la participación política. En tanto, otras oganizaciones internacionales que también ven por los derechos humanos, como Amnistía Internacional, han promovido en redes sociales mensajes contundentes, afirmando que buscar asilo, la igualdad, los derechos de las mujeres, el derecho a la salud, los derechos de las personas transexuales, son derechos humanos, pero incitar a la violencia a través de Twitter no es en absoluto un derecho humano.

No es casualidad que líderes del mundo hayan condenado el actuar de Trump. Y es que, los derechos humanos tienen que ver con la dignidad humana pero además, están ligados íntimamente a los valores esenciales de la democracia. Además, no hay un cierto número de derechos humanos en concreto, si bien muchos de ellos son muy identificables, no existe una lista finita, porque siempre podrán surgir nuevos derechos por los que las personas lucharán; al final de cuentas, eso son los derechos humanos, conquistas sociales, es su naturaleza. Por por ello que el mundo alce la voz cuando cualquiera de ellos se ve amenazado o transgredido como sucedió en esta ocasión con la toma del Capitolio. Con esto quiero decir, que quienes realmente les dan vida, sentido y rumbo a los derechos humanos, son las mismas personas. Por eso, qué importante es lo que un líder o una líder provocan, lo que inspiran, lo que hacen sentir, hacia dónde mueven a las personas y qué reacción tienen éstas. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, fue precisamente quien hizo hincapié en este punto, al asegurar que líderes mundiales deben ser responsables y cuidadosos con las declaraciones que emiten, pues éstas tienen consecuencias y alientan a las personas a hacer algunas cosas. La mamá de Barack Obama, en alguna navidad le recalcó a su hijo, que podía pasarse la vida trabajando fuera de las instituciones, pero tal vez lograría más resultados si intentaba cambiarlas desde dentro. A raíz de esa plática con su madre, Barack Obama fue a parar a Harvard para estudiar Derecho, el resto, ya es historia. Que las imágenes del asalto al Capitolio de Estados Unidos sean aleccionadoras para todas las personas que creemos en la democracia, importa y mucho quienes elijamos para que nos representen hoy o mañana, sus ambiciones, sus discursos. No en vano en Estados Unidos ahora se busca evitar que Donald Trump tenga acceso a los códigos nucleares.