Proyecto de Nación y ¿Quién ganó el Debate?
Por Rafael Torres Raba
Primeramente, me sorprendió agradablemente el formato, lo que hay que agradecer al INE. Los que no han dejado pasar la oportunidad de ver a nuestros políticos candidatos a gobernarnos por 6 años, recordarán que aquellos organizados por el IFE tendían a ser un tanto aburridos, sobre todo, a aquellas personas que no se apasionan con las ciencias sociales.
En este debate resaltaron dos principales cambios en el formato, primero, se reconoció el derecho de réplica sobre todo respecto de imputaciones directas, que si bien no permitían explayarse demasiado, gracias al cronómetro que segundo a segundo dejaba escapar como agua entre las manos el valioso tiempo que se tiene para, por un lado, defenderse de aquella imputación que pretendía replicarse; y por el otro, aprovechar la ventana de tiempo para exponer un importante plan de gobierno para conquistarnos. El otro cambio, las preguntas que venían de los periodistas encargados de moderar el debate en los que se cuestionaban de forma directa a los candidatos por sus gestiones en el pasado o por sus propuestas en campaña.
Como es natural, los ataques se centraron en los punteros, primero y sobre todo en contra de Andrés Manuel López Obrador candidato por la coalición Juntos Haremos Historia; y en un segundo plano en contra de Ricardo Anaya y José Antonio Meade candidatos elegidos por las coaliciones Por México al Frente y Todos por México; y no tendría sentido hacerlo de otra forma, pues atacar al que conforme a las encuestas va en los primeros lugares busca agua para su molino, en principio de cualquier candidato, pero sobre todo del que tiene más, para generar un doble efecto.
La pregunta siempre será, ¿Y quién ganó?
Desde mi punto de vista, los debates no se “ganan”, pues no hay un trofeo o premio que se otorgue al final y menos aún en una sociedad tan inculta como la mexicana, donde la reflexión y análisis profundo es escaso entre la mayoría votante. Esto nos lleva a que la intención es “no quedar tan mal” si es que vas al frente, para no perder mucha intención de voto y, por otro lado, quizá más importante, ganarse el favor de los indecisos, esos votantes que siempre han visto a la política de mala gana, aquellos que votaron por algún partido en el pasado que no les cumplió; o bien, por aquellos que buscan un nuevo caudillo que traiga un nuevo plan de acción. Pero esos son, en todo caso, los que le echan un poco más de coco, los que procuran reflexionar su sufragio, pero la mayoría de los mexicanos se guían por otras razones.
No es raro escuchar que votas por el candidato que te cayó mejor, ¡ah, es que ese me cae bien! Porque los mexicanos somos así, buscamos a un caudillo revolucionario, a un mesías, a un líder que nos saque de la situación en la que nos encontramos en lugar de sacarnos nosotros mismos de ello. Solo basta ver las noticias y lo que se ve en todos los casos, es la gente arremolinada en torno al candidato para pedirle la necesidad que de momento le pasa por la mente, cual santito de iglesia.
Al final la democracia se trata de eso, de lograr el voto de la mayoría, la simpatía de las masas y ahí esta nuestro problema. La mayoría quiso un presidente guapo y copetón… pues ahí tenemos los resultados, diariamente por ya casi 6 años nos hemos reído de los memes por los ridículos en discursos por no poder pronunciar una palabra, por decir que su libro favorito es “La Biblia”, por el pésimo inglés que intenta hablar cuando está fuera de su alcance, por sus entrevistas poco lúcidas en que cree que 1 es más que 5, por esas ganas de pertenecer cuando los presidentes de tus socios comerciales no te pelan.
Está bien, pero ¿y quién ganó?
Analicemos… los candidatos independientes Margarita Zavala y Jaime Rodríguez (El Bronco pa’ los cuates), ganaron en la medida en que se dieron a conocer, seguramente muchos no los conocíamos batiéndose en la arena, entre ellos creo que lo hizo mejor El Bronco, pues conectó con la gente, atacó y hasta acorraló al líder de Morena para que firmara que regresaría el dinero que el INE le había entregado al partido para la campaña, hizo polémica con el moche de manos a los ladrones que obviamente reventó las redes sociales, pero lo logró, se habla de él. Por su parte Zavala se enfocó por recolectar el voto femenino y para recobrar valores, no es mala estrategia cuando el 50% de los votantes son mujeres, pero no creo que lo haya logrado, sus reflexiones no redondearon y se vio tensa y por momentos hasta apresurada.
Meade por su parte no se vio mal, y es que ha sido, en términos generales, un buen servidor público, sólo hubo un ataque directo en su contra en su gestión en la Secretaría de Hacienda que fue bien respondida, es un académico inteligente, pero su gran problema es el indefendible paso del PRI por la Administración Pública Federal de la que él mismo ha sido parte, como se dijo desde un principio, buen candidato, mal partido, y ahora que lo repito, ni tan bueno porque no ha podido conectar con la gente, sus números son muy pobres y no ha repuntado, y sobre todo se basan en el voto duro del PRI, precisamente el que no es reflexivo, el que pretende perpetuar el statu quo, y que en el pasado se ha cuantificado como de 10 millones, pero que creo que ahora se encontrará con un nuevo mínimo consecuencia de las nuevas generaciones.
Ricardo Anaya se vio seguro de sí mismo, sabía que había hecho la tarea y tenía muy bien medidos los tiempos, practicó su debate, más al ser un tipo sagaz de mente, sabe contestar fuera del script. Su estrategia era una muy clara, ganarse el voto reflexivo, atacar al puntero ya que, como segundo en las encuestas, tenía que capitalizar bajándole votos al primer lugar, sin engancharse en los ataques personales como hasta el momento había sido, pero igual contestando para no perder los votos que ya contabiliza. Sí fue el mejor, pero el resultado del debate no va a ser suficiente, debe ser una carta fuerte en lo que resta de la campaña, esperando que no se desmorone como torre de naipes el próximo 1º de julio.
Finalmente, Andrés Manuel fue el centro de imputación general, obviamente todos atacaron al líder, tratando de hacer florecer al verdadero Andrés Manuel, no el de la República Amorosa, como ha hecho hacer parecer, sino a aquel personaje rencoroso, rebelde y autoritario. Y en un principio lo estaba logrando, no contestaba ningún ataque, primero porque era difícil explicar cómo es que ha vivido los últimos 18 años sin trabajar, cómo es que sus declaraciones patrimoniales no reflejan su verdadero patrimonio, cómo es que ha propuesto a delincuentes (incluso señalados por él mismo como tal) como candidatos o líderes de su campaña, pero segundo porque con ello solo reconocería la incoherencia de su proyecto de nación. Fue entonces cuando a medio debate comenzó a engancharse, pero desde mi punto de vista lo hizo bien, pues en lugar de pretender contestar con lo que le venía a la mente, lo que no auguraba un buen destino, recordó los spots que había gravado, y contestó con aquellos son niños de pecho frente a la mafia del poder y la bondad del pueblo mexicano. Al final se hizo ver como una víctima al que todos le echaban montón, y vislumbro que no habrá perdido mucha de la enorme ventaja que le lleva al resto, pero sí creo que comenzará a emparejar al primero y segundo lugar.
Si bien el formato del debate no se presta para ahondar en propuestas, porque sólo son dos horas para 5 proyectos de gobierno distintos, vi muy pocas propuestas, tan solo ideas de lo que se pretende. Me preocupa que el puntero tenga como plan reunir personas (incluso al Papa) para una vez haber sido elegido, ver cómo le va a hacer, eso significa que no sabe, que la esperanza de México solo quiere cambiar pero no sabe hacia dónde y espera que alguien más lo haga por él.
Las encuestas solo son un termómetro, que en las últimas elecciones en el mundo han fallado, tanto en Estados Unidos como en Europa, y el voto útil puede hacer presencia el mismo día de la elección, cuando frente a la boleta en la soledad de la mampara, decides que será lo mejor.
Sigamos las nuevas encuestas para ver quién fue el verdadero ganador del debate, la mejor respuesta la tienen ustedes.