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Principios relativos al salario

Principios relativos al salario

(Según la Doctrina Social de la Iglesia Católica)

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

     La misión de la Iglesia es evangelizar.

     La predicación y la vivencia del evangelio incluyen la enseñanza, difusión y práctica de la doctrina social católica.

     En este ámbito es donde se trata lo referente al problema del salario justo.

     La Biblia no es un código de trabajo ni un tratado de sociología laboral; sin embargo, tanto la Sagrada Escritura como la Iglesia tocan temas muy concretos relativos a los problemas sociales y económicos.

     Entre ellos destaca el derecho a una remuneración justa por el trabajo realizado.

     Los libros bíblicos del Deuteronomio, la Carta de Santiago y el Evangelio según San Mateo, así como diversos documentos de la Iglesia son demasiado claros sobre este aspecto.

     Las encíclicas sociales escritas por los papas, empezando con León XIII, dedican un espacio especial para tratar el asunto del salario.

     Los dos primeros libros de la Biblia (arriba señalados) reflejan una sociedad agrícola, donde los propietarios de las tierras deben responder con el billete a sus trabajadores: “No defraudarás al asalariado pobre y necesitado, sea él uno de tus hermanos o uno de los forasteros que están en tu país y en tus ciudades; les darás el salario el mismo día, antes de que se ponga el sol, porque él es pobre y para vivir necesita de su paga; así él no gritará contra ti al Señor  y tú no estarás en pecado.” (Dt. 24, 14-15). 

     “El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar, pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los oídos del Señor de los ejércitos.  Han conocido sólo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien. Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse?” (Sant. 5, 4-6).

     En esta misma carta, Santiago habla fuertemente en contra de los ricos, no por su posición económica, sino porque las riquezas acumuladas son fruto de las injusticias cometidas en contra de los trabajadores al haberles robado sus salarios y condenado cuando pedían justicia: “Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias. Los gusanos se han metido en sus reservas y la polilla se come sus vestidos; su oro y su plata se han oxidado.  El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como fuego les devora las carnes.” (Sant. 5,1-3).

     El evangelista Mateo, dice: “El trabajador tiene derecho a su sostenimiento” (10,10), aunque es necesario aclarar que esta cita bíblica se refiere al obrero que anuncia el mensaje evangélico. Es el discípulo que continúa la obra salvadora de Jesús. Hoy serían los hombres de la sotana y del hábito, que como trabajadores del Reino de los Cielos tienen derecho a una retribución justa por el ejercicio de su ministerio y, como cualquier otro obrero, deben echarle ganas a su trabajo para que el salario sí esté acorde con el trabajo realizado, en este sentido, San Pablo es un ejemplo para quienes ejercen el ministerio del sacerdocio.

     Algunos documentos de la Iglesia establecen los principios éticos sobre los que debe basarse el salario.

     Se toman en cuenta varios factores como la cantidad y la calidad del trabajo realizado, la situación económica en que se encuentra la empresa y las necesidades que tiene el trabajador y las de su familia.

    Estos principios son resumidos en el actual Catecismo de la Iglesia Católica: “El salario justo es el fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una grave injusticia. Para determinar la justa remuneración se ha de tener en cuenta a la vez las necesidades y las contribuciones de cada uno. El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común. El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente la cuantía del salario.” (2434).

    Los documentos de la Iglesia que tocan este tipo de temas abogan tanto por el trabajador como el patrón y la empresa:

    “Para determinar la cuantía del salario deben tenerse asimismo presentes las condiciones de la empresa y del empresario, sería injusto pedir salarios desmedidos que la empresa, sin grave ruina propia y consiguientemente de los obreros, no pudiera soportar.” (Quadragesimo Anno No. 32).

     A grandes rasgos, en estos dos documentos de la Iglesia está su doctrina sobre el salario, misma que se fundamenta bíblicamente.

     Por supuesto, como católicos, ya seamos patrones o trabajadores tenemos el compromiso de hacer realidad estos principios, es una de las maneras de demostrar nuestra fe.      Sería lamentable que como católicos (laicos o sacerdotes) anduviéramos con “medias tintas” en este asunto del salario, ya sea para pagarlo o para ganárnoslo. 

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