Grupo Metrópoli

La salud como negocio por Fernando Aguilar

Movilizaciones de galenos, mensaje para las autoridades privatizadoras de la salud

El enojo es porque criminalizan cualquier error en las actividades médicas

Las movilizaciones a nivel nacional de médicos y enfermeras por la detención del presunto culpable de homicidio doloso, otra vez llamó la atención de la sociedad en general; los hechos se desencadenaron a raíz de que el pasado 26 de noviembre en el “Hospital del Valle”, en Oaxaca, el ortopedista pediatra, Luis Alberto Pérez Méndez operaría una fractura de brazo al niño Edward “N” de tres años, quien no sobrevivió al evento. Los padres acusaron también a una anestesióloga. Y el grito de los galenos no se hizo esperar: ¡¡¡nos criminalizan!!!

Si reflexionamos un poquito la situación veremos que todo es consecuencia de un sistema de salud con enfermedad terminal; los que asisten regularmente a consulta (IMSS, ISSSTE, Salud…) se darán cuenta que el médico familiar tiene que atender una cuota de por lo menos 30 pacientes por turno, y recetar lo que hay en existencia, generalmente analgésicos, hay aparatos de rayos X pero no funcionan… es decir un desabasto y abandono total.

Esta situación, entre otras cosas, obligó a los trabajadores de la Secretaría de Salud del Hospital Civil “Aurelio Valdivieso” en Oaxaca, parar labores el 21 de noviembre con el fin de llamar la atención de las autoridades; el Sindicato Nacional de Trabajadores de Salud (SNTSA), denunció que en este hospital público apenas se tiene un abasto de medicamentos del 48%, a pesar de ser el más importante de la entidad.

Entre otras cosas, Alberto Vásquez San Germán, secretario general de la Subsección 07 de la Sección 35 del SNTSA decía en entrevista: “Hoy no funciona el tomógrafo, aquí se realizan entre 25 a 30 procesos diarios de tomografía, pero no se ha remplazado, al igual que el aparato de Rayos X”, además del incumplimiento de entrega de uniformes correspondientes al presente año.

Y si el Hospital General de la capital oaxaqueña se encuentra en esas condiciones, ya se imaginarán en el interior del estado, en las regiones y comunidades alejadas, los médicos y enfermeras hacen verdaderos milagros con sus pacientes.

Resulta que aquel fatídico domingo 26 de noviembre, Edward “N” se fracturó un bracito mientras jugaba en la plaza Huitzolandia, localizada en el pueblo de San Pablo Huitzo; pero en esa localidad no habían condiciones para intervenirlo por lo que acudieron a la capital y se dirigieron al Hospital General “Aurelio Valdivieso”, pero el nosocomio tenía cinco días en paro.

Entonces los padres de Edward originarios del municipio de San Francisco Telixtlahuaca se movilizaron y el destino los llevó al “Hospital del Valle” ubicado en Eucaliptos 401, colonia Reforma de la capital oaxaqueña, donde finalmente perdió la vida. El galeno atribuyó, según una carta que escribiría desde la cárcel, y que subió a las redes sociales, a un medicamento que subministraron y al que el niño era alérgico.

Pero suponiendo que el niño hubiera llegado al hospital de la Secretaría de Salud en Oaxaca, de todas maneras la atención que merecía el niño no estaba garantizada, ni está garantizada la de cualquier ciudadano. Es decir, la situación por la que atraviesa el sector público en México es alarmante, a decir de la Asamblea Nacional de Enfermeras y Enfermeros de México (ANEM).

Los inconformes acusan que el Sistema de Seguridad Social (IMSS, ISSSTE, PEMEX, SEDENA y Marina…) más los subsistemas asistenciales de atención en salud, padecen el sabotaje por parte del Estado mexicano al aplicar recortes del gasto, desabasto de insumos, de medicamentos, material, equipo, así como la negación sistemática de la atención en especialidades.

También en postergar cirugías y consultas, subrogar servicios, así como contratos a profesionales y técnicos de la salud bajo condiciones precarias de trabajo, con clara intención de generar desconfianza y lejanía de la población con el objetivo de criminalizar el acto médico, al tiempo que se incrementa el flujo de la transferencia del gasto público en salud hacia la iniciativa privada.

En conclusión, esto no es otra cosa más que consecuencias del cumplimiento de nuestro gobierno a las decisiones que tomaron en 1989 el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos en el llamado “Consenso de Washington”, de las que surgieron “recomendaciones” para aplicar a los países en desarrollo como reducción drástica del gasto público, la privatización gradual de los servicios de salud y educación, entre otros.

Y en medio de estas decisiones del exterior y ciega obediencia de nuestros mandatarios, los que pagan los platos rotos son millones de familias empobrecidas, como el caso del pequeño Edward y los profesionales: hoy fue el ortopedista pediatra, Luis Alberto Pérez Méndez, mañana ¿Quién sigue?

Ante tal abandono de nuestras instituciones de salud,… ¿que nos queda a los mexicanos?

Por eso los profesionales de la salud, dijeron ¡¡¡basta ya!!! Y con el hashtag #TodosSomosLuis, unos 50 mil médicos y enfermeras en 76 ciudades de todo el país se movilizaron aquel domingo 8 de abril, en demanda de la liberación de Luis Alberto Pérez Méndez. Y advirtieron que las movilizaciones podrían desembocar en un paro de labores a nivel nacional si las autoridades federales insisten en poner oídos sordos a todos los problemas que aquejan a las instituciones de salud en el país.

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