Grupo Metrópoli

Juntos

DEL ABOGADO AMIGO

Luis Torre Aliyán

Juntos

Hace ya algunos meses, en texto que titulé: “Debemos ir juntos”, puse sobre la mesa que hay temas en los que debemos ir juntos trabajadores y patrones.

En aquella ocasión, el llamado fue por la deducibilidad plena de las prestaciones laborales: que a los empresarios nos sean deducibles del pago de cualquier impuesto, todas las prestaciones laborales; pues éste ha sido uno de los grandes factores que inhibe que el sector patronal pueda mejorar la calidad de vida de nuestros trabajadores.

Y si bien, al hablar sobre deducción de impuestos pareciere que la discusión al respecto atañe exclusivamente al sector patronal, lo cierto es que de darse la deducibilidad plena que digo, no sería un triunfo empresarial sino colectivo: si en el Congreso de la Unión se avalara tal concesión fiscal a los empresarios, los primeros beneficiados serían los trabajadores: deducción plena de prestaciones laborales significa vincular el pagar menos impuestos con mejorar calidad de vida de nuestros colaboradores. Sería un gran aliciente para ambos sectores en estos momentos de crisis económica. De ahí que debamos hacer frente común.

Pero, lo que hoy quiero dejarle, estimado lector, es que no solo en ese tema debemos ir juntos, y no solo trabajadores y patrones, sino todos. Son muchos los grandes retos, federales, estatales y no se diga municipales, como también somos muchos y grandes los mexicanos.

Y es que, los esfuerzos que algunos sectores de la sociedad hacemos por el fortalecimiento del estado de Derecho en los tres niveles de gobierno, por ejemplo, en el combate a la corrupción, a la opacidad gubernamental y a la inseguridad (como principales inhibidores de la competitividad y el desarrollo económico), en la mayoría de los casos no encuentran eco en el resto de la población.

Un botón: Hay muchos organismos que, aun a pesar de que dichos temas sí guardan relación con los principios que sostienen la creación de su organización, por una u otra razón –a veces legítima pero casi siempre por complicidad económica o conveniencia política- permanecen apáticos. Y precisamente en la apatía de la sociedad, traducida en la plural ignorancia del contenido de los temas torales, está el secreto de los artilugios de la autoridad.

Ya nos hemos demostrado como sociedad, que somos capaces de dejar atrás la democracia representativa y ejercer categóricamente una democracia participativa. No debemos dar marcha atrás.

Soy más claro, más allá del robustecimiento de la figura del voto de castigo en todo el país, el ejemplo de democracia participativa por excelencia es hasta hoy, el haber salido a las calles –y a contra reloj- a recabar las firmas jurídicamente suficientes para llevar por primera vez en la historia de México una iniciativa -ciudadana- de Ley (“3de3”) al Congreso de la Unión.

Y no solo eso, logramos que se discutiera, aprobara y publicara con una ejecutividad histórica un Sistema legal absolutamente nuevo (el Anticorrupción; aun incompleta su total implementación porque falta Fiscal Nacional, y en las entidades federativas va lenta la integración normativa de los Sistemas Locales).

Dimos el primer paso. Generalmente el más difícil. Pusimos –nosotros- el tema como prioridad en la agenda pública. No lo soltamos después de aquella revelación periodística que ataba los cabos de corrupción en negocios inmobiliarios con grandes conflictos de interés, en donde los principales protagonistas eran allegados al Presidente de la República.

En fin, es clave para nuestro desarrollo, que alcaldes, diputados, gobernadores, en general, todos los que nos representan, recuerden siempre que ya hay una sociedad pendiente, activa y ávida de rendición de cuentas: participativa.

No dejemos que se pierdan los esfuerzos de miles y miles de mexicanos. Hay muchos temas, que aunque parezca que se han agotado, apenas empiezan. Y los que vengan… Pero, juntos.

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