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Hablemos de la Resurección

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Hablemos de la Resurección

Hablemos de la Resurrección

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Terminó la Semana Santa, se inició ya el tiempo de la Pascua, momento propicio para hablar de la Resurrección de Jesucristo, dogma fundamental en el cristianismo.

¿Por qué fundamental?  Saulo (h 8 – h 67), posteriormente llamado Pablo, originario de la ciudad de Tarso, tiene la respuesta en la primera carta que escribe a los cristianos de la ciudad griega de Corinto: “Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene contenido, como tampoco la fe de ustedes” (15,14).  Inútil y absurda sería la fe de los cristianos sin la Resurrección del crucificado.

La Resurrección de Jesús es un asunto de fe, no entra en la lógica humana, no es verificable, científicamente no ha sido comprobada, cuando alguien muere no resucita, no pasa a un estado de vida donde nunca volverá a morir.

Lo anterior puede llevar a preguntarnos: ¿La Resurrección de Jesucristo sucedió realmente o fue una historia inventada por los primeros cristianos?

Vale la pena conocer algunos datos y argumentos que posiblemente fortalezcan la fe del cristiano.

Los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas narran que algunas mujeres fueron el domingo muy de mañana al sepulcro, encontrándose con la sorpresa de que estaba vacío.

Si a Jesús ya lo habían colocado en la tumba, puede surgir la pregunta: ¿por qué el sepulcro estaba vacío?  Son cinco las respuestas que vienen a mi mente:

  • El cadáver fue robado por sus enemigos.
  • Sus amigos se llevaron el cadáver y lo escondieron.
  • El cadáver fue cremado para desaparecerlo, ya sea por el odio que le tenían sus enemigos o porque sus discípulos traían pensando construir la fantástica historia de resurrección.
  • Jesucristo no murió y se salió de la tumba.
  • Jesucristo realmente resucitó.

Si los enemigos hubieran robado el cadáver, al correrse la noticia de la resurrección la mejor manera de refutarla sería enseñar el cuerpo ya en descomposición o al menos informar en dónde estaba. Esto hubiera sido la manera más fácil de frenar y terminar con el cristianismo incipiente, si no lo hicieron es porque no había difunto.

El cadáver tampoco lo tenían sus amigos, nadie da la vida por una causa que está perdida, se puede morir por un ideal equivocado, no se muere por lo que se sabe es una mentira. Los apóstoles murieron mártires por su fe en Cristo resucitado, excepto Judas Iscariote que se suicidó y Juan que murió por causas naturales, este último, no se libró de la persecución ni del tormento ni de la prisión. Otros discípulos como Marcos, Lucas y Pablo también fueron martirizados.

La cremación es común en la sociedad moderna, no se practicaba ni entre los judíos ni entre los romanos de ese tiempo.  Si el cuerpo de Cristo se hubiera incinerado por odio o para inventar la historia de la resurrección sería en leña, no podemos pensar en crematorios como los actuales. La incineración de un cuerpo en leña requiere de conocimientos sobre el material, el lugar, la temperatura que debe mantenerse y de muchas horas.

Para darnos una idea -quizás muy vaga- del tiempo necesario para incinerar un cuerpo, especialistas internacionales que han investigado el doloroso caso de los normalistas de Ayotzinapa, afirman que el cuerpo de una persona para que sea calcinado debió mantenerse a fuego durante 14 horas, además de otras condiciones como el tipo de combustibles, grados de temperatura, un lugar apto y personas con el conocimiento necesario para hacerlo.

Los preparativos y el largo tiempo que se llevaría en cremar el cadáver de Jesús sacarían a la luz lo que estaba pasando, todo Jerusalén se hubiera enterado.

Pensar que Jesucristo no murió y que salió por su propio pie de la tumba, imposible; la situación física y psicológica en la que se encontraba, la crueldad con la que fue golpeado, el ser crucificado, traspasado por la lanza, la piedra que cubría la entrada de la tumba y los guardias que vigilaban, no le hubieran permitido salir. En Jerusalén alguien lo hubiera visto, o le daban muerte o lo protegían y le curaban sus heridas, no faltaría el que llevara la noticia a las autoridades judías y romanas, los testigos hubieran sobrado.

Queda solo una razón por la que el sepulcro se encontraba vacío: La Resurrección.

Jorge Loring, S. I. en su obra “Para Salvarte” cita un texto que se refiere a Jesús, se trata de un escrito muy antiguo encontrado en la Biblioteca Nacional de Madrid en el que Poncio Pilato escribe al emperador Tiberio (42 a.C. – 37 d.C.).  Dice: “Después de ser flagelado, lo crucificaron. Su sepultura fue custodiada por mis soldados. Al tercer día resucitó.  Los soldados recibieron dinero de los judíos para que dijeran que los discípulos robaron su cadáver. Pero ellos no quisieron callar y testificaron su resurrección”.   

Este dato extrabíblico coincide con lo que el evangelista Mateo comenta en una parte de los capítulos 27 y 28 cuando habla sobre la custodia del sepulcro y el soborno a los guardias.

A esto debemos agregar que el escritor Tertuliano (c160 – 240) en su obra maestra Apologeticum comenta que era obligación y costumbre en el Imperio Romano la correspondencia formal entre Poncio Pilato, Procurador de Judea y el Emperador Tiberio, además de que afirma conocer con certeza la existencia de unas actas oficiales entre ambos funcionarios romanos.

La sábana santa es un lienzo de lino, de 4.36 m de largo por 1.10 de ancho, se encuentra en la Catedral de Turín, Italia, es probable que sea en la que envolvieron a Jesucristo.

Abundan los estudios científicos sobre está reliquia, ha sido objeto de todo tipo de análisis médicos, físicos, hematológicos, arqueológicos, textiles, químicos, biológicos, iconográficos, de informática, de cálculo de probabilidades, incluso ha sido analizado desde el punto de vista de un cirujano plástico con resultados sorprendentes.

En el estudio de la sábana santa se encuentran encumbrados científicos, como información mencionaremos algunos: Los doctores en Ciencias Físicas Linn, Jackson y Jumper de la NASA, el primero Premio Nobel de Física, los otros dos Técnicos en Fotografía Aeroespacial; Dr. Tamburelli Catedrático de Electrónica de la Universidad de Turín; Bruner y Aggemian, reconstructores del rostro de Cristo; el Dr. Marañón, especialista en Sexología; el Dr. Bucklin, norteamericano; Wedenisow, inglés; Rodante y Morano, italianos; el criminólogo y palinólogo suizo de la Interpol, Max Frei; el teólogo italiano Ricci; Robinson, Catedrático de Historia de Cambridge; el numismático Michael Marx; el Doctor Baima Bollone, Catedrático de Medicina Legal en la Universidad de Turín; el Ing. Guillermo Heras, Director del Departamento de Investigación del Centro Español de Sindonología,  etc.

Los nombres de estos hombres de ciencia solo los doy a conocer para que el lector se dé una idea de la seriedad con la que se estudia la sábana santa.

Bernardo Bonilla, catedrático español de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora de la Clínica Universidad de Navarra asegura en un estudio dado a conocer por la revista «Ciencia y Fe» que la sábana santa presentaa la vez signos de muerte y de vida de una persona que dejó su imagen impresa en un momento en el que estaba viva y que se está levantando.

“Es razonable pensar que si el lienzo cubrió el cuerpo de Jesús a Él le interesaría no solo mostrarnos los signos de muerte sino también de resurrección en el mismo objeto”, afirma el catedrático.

Este estudio fue publicado de manera conjunta por la Universidad Nicolás Copérnico de Torun, Polonia y la Universidad de Navarra.

El jesuita e investigador Mauricio Iriarte publicó un trabajo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en este estudio afirma:

  • Todo lo que muestra el lienzo está perfectamente de acuerdo con lo que dicen los Santos Evangelios.
  • La trayectoria histórica de este lienzo goza de numerosos documentos que se conservan en los archivos.

La investigación científica ha demostrado que el tipo sanguíneo que hay en la sábana santa, en el sudario de Oviedo y en los milagros eucarísticos de Lanciano, Buenos Aires y Bolsen es AB+, además de que el ADN presenta perfiles genéticos similares.

Los científicos, incluso los que no creen en Dios, ven a la sábana santa como una probable prueba de la Resurrección de Cristo.

La sábana santa es un signo que apunta a la Resurrección, su misterio no está en manos de la Iglesia, sigue siendo un reto para la inteligencia y la ciencia.

Si bien es cierto que estos datos pueden ser un apoyo a la fe cristiana de las personas, se debe tener bien claro que la virtud teologal de la fe no depende de pruebas físicas.