por : Nazario Assad
Primero que nada, el título de ésta columna va en honor al recién fallecido exfutbolista y conductor inglés, Michael Robinson, quién en su reconocido programa, Informe Robinson, dedicó un capítulo completo a hablar sobre los compañeros con los que el oriundo de Móstoles compartió sus días en La Fábrica, pero el día de hoy, raíz del retiro de Iker, es más que relevante escribir sobre lo que nos transmitió Iker todos estos años a quienes fuimos creciendo con él, no a nivel técnico, que para ello habrá otras opiniones más calificadas al respecto, si no a nivel emocional, personal, y aspiracional.
Si bien un jugador de fútbol no tiene la responsabilidad de ser un ejemplo a seguir para los aficionados y niños que lo ven, los que aceptan esa responsabilidad suelen dejar una huella importante en el deporte independientemente de su calidad en él. Aún y que como todos nadie es perfecto, el mostrar ciertos valores dentro y fuera de la cancha es algo que se agradece muchísimo en estos tiempos.
Iker Casillas, a pesar de su exitosa trayectoria tanto a nivel clubes como selección, no es el mejor portero de la historia, vaya no es ni el mejor portero de su generación, ese lugar está reservado para Gianluigi Buffon, algunas veces hasta tuvo uno que otro error de conceptos básicos, sin embargo, en lo que sí fue increíblemente relevante, es en aparecer cuando más se le necesita en situaciones críticas, dándole un grado de relevancia e injerencia a una posición que suele ser muy poco valorada en este deporte, que es la portería.
Hemos aprendido que cuando las oportunidades llegan, hay que aprovecharlas como si no hubiera otra, tal como lo hizo en la final de la Champions League en el 2002 con la lesión de César, y en el mundial del mismo año en Corea y Japón con la lesión de Cañizares, donde ya después de ahí no volvió a soltar el puesto del Real Madrid como de la Selección de España por más de una década.
Con Iker también vimos cuestiones como liderazgo, visión, y compañerismo. Entender que, pese al entorno de tensión máxima entre madridistas y catalanes provocado por el entonces entrenador del Real Madrid, José Mourinho, lo cuál llegó a provocar fuertes fricciones en una generación dorada española que venía cosechando títulos históricos a nivel selección, por lo que, para muchos, especialmente la complicada población catalana, al entablar esa llamada conciliatoria con Xavi Hernández y Carles Puyol en 2011, que permitió cerrar con broche de oro el ciclo ganador Euro-Mundial-Euro de 2008 a 2012, único a nivel selección en la historia del fútbol, Iker se ganó tanto el respeto como la admiración de muchos de sus usuales detractores.
Iker nos mostró de igual manera lo que es ser profesional en todo el sentido de la palabra, el saberse bastante mejor capacitado que los compañeros para desempeñar labores, y aún así no jugar por capricho del entrenador, ser lo suficientemente profesional para que no influya en la dedicación en el trabajo, y entender que no es algo que se pueda controlar sino tomarlo como un reto más a superar fue algo importante que le ayudó a mantener por más años su paso por el Madrid.
Nos transmitió que siempre queda tiempo para un reto más, y que volver a comenzar en otro lado también puede ser bueno, y entender que todo ciclo tiene su fin. Ese movimiento de Madrid a Porto, donde si bien ya no estuvo en la cima del fútbol que representa el Real Madrid, si logró seguir compitiendo en el futbol de élite y cosechando logros importantes. Por último y no menos importante, Casillas nos transmitió resiliencia, ser un atleta de alto rendimiento, con varios años de carrera por delante aún, y sufrir un infarto es algo traumático, donde Casillas no le quedó más que entender que es algo fuera del control de todos, que la salud es lo primero ante todo, y que ahora para seguir en el mundo del fútbol tendría que hacerlo desde otro rol, con alguna nueva función, todo esto llevándolo a la conclusión de retirarse oficialmente de las canchas, una decisión que siempre es muy difícil de tomar para los jugadores, el saber cuando decir adiós.
Para achiques, atajadas, y muchos detalles en la portería todos podemos tener distintos ídolos, pero por lo que lograron transmitir en el deporte, pocos logran unificar tanto la opinión tan alta, respetada, y dejar huella como lo logró Iker. Casillas marcó a una generación, nos hizo creer en las atajadas de película, en el compañerismo, y que no hay obstáculo que no se pueda superar con trabajo. Hoy hay toda una “Generación Casillas”, niños y jóvenes que tomaron amor por jugar en la portería, que crecieron jugando a ser el Casillas de sus vecindarios en la reta de la esquina, los equipos de sus escuelas, y hasta algunos de los profesionales que vemos hoy llegando a los equipos, por eso y más, gracias Iker.