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Estar sin mi familia, el verdadero infierno

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Estar sin mi familia, el verdadero infierno

“¡Estoy cansado!”, fue la respuesta de Juan Zepeda al preguntarle cómo estaba, durante una charla sostenida en el Reclusorio Preventivo Norte.

“Ha sido un año de mi vida muy difícil, desde los problemas afuera hasta el momento en que me detuvieron, como si hubiera cometido el crimen más atroz y a eso súmale los casi ocho meses que llevo internado en el reclusorio”.

Zepeda, quien acusado por su exmujer, Ninel Conde, por el delito de “haber usado títulos auténticos para el pago de bienes y servicios sin conocimiento de quien está facultado para ello”, siente que lleva una vida con altibajos a cada minuto durante su encierro.

“Estar acá es una sensación muy extraña, es como una montaña rusa porque no estás con nadie, estás contigo. No hay nadie más y aunque no me han dejado de visitar los amigos, ni mi familia, al final estoy en un lugar de que a veces pienso no saldré nunca. Vivo en espera de una resolución que según mi defensa tiene muchas probabilidades de darme mi libertad, pero esa espera es un agonía que no le deseo a nadie”.

LA HORA DEL TERROR

Un día en la vida Juan Zepeda se resume en despertar con la salida del sol, hacer ejercicio, leer para encontrar en la palabra de Dios un apoyo para, incluso, escuchar a sus compañeros, y tratar de entender los caminos del destino; recibe la visita de sus familiares, amigos y abogados para después enfrentarse a la soledad.

“A esa hora comienza el infierno. Es una lucha interna muy fuerte, yo tengo la seguridad de decir que no tengo nada que deber y con el paso del tiempo la verdad saldrá a la luz. Ahora por ejemplo pienso en mi padre, él se cayó terriblemente (en cuestiones de salud) desde que estoy acá. Ha dejado de acompañar a mi mamá, en algunas ocasiones, por su salud, y tanto como ellos como mis hijos dependen de mí en todos los sentidos. Soy su eje y aunque me han dicho que están bien, no puedo ver cómo están afuera, a qué hora llegan, qué hacen, esa es la verdadera cárcel”.

A pesar de la tristeza y decepción que embarga a Zepeda, su rostro se muestra sereno, no pierde el sentido del humor y está dispuesto a reconstruir su vida, una vez que salga a resolución de la impugnación por su auto de formal prisión impuesto el 6 de febrero de 2015.

“Después de estar varios meses acá, la relación entre los internos es muy buena, encuentras de todo, claro, pero no doy problemas, al contrario, me la llevo tranquila, aunque me carguen la pila. Me dicen ‘tú estás acá por un bombón y entienden mi situación por lo que escuchan y lo mejor creen en mi inocencia’”.

A decir del empresario sólo están a días de dictar una resolución para que él salga, de acuerdo a testimonios de sus abogados a diversos medios de comunicación, las pruebas que se han presentado reflejan una realidad y creen que su representado debe estar afuera.

Cuando se le menciona la palabra perdón, el rostro de Juan cambia y dice: “Si Dios lo hizo, ¿quién no lo merece?”. Al preguntarle si mantiene odios, dice con cierto sesgo de nostalgia: “Cuando sabes que tus hijos y padres lloran de ausencia, ¿crees que tengo tiempo de pensar en eso? Mi prioridad es salir, despertar de esta pesadilla, reconstruir y vivir mi vida, así tal cual lo canta Marc Anthony”, dice mientras nos despedimos. Él camina de regreso a enfrentarse de nuevo a un mundo dónde sólo le hace falta su libertad.

Juicio lento

HACE 10 DÍAS NINEL CONDE dio a conocer que le otorgaba el perdón y el proceso de Juan Zepeda tiene una velocidad menor en comparación con otros. Fuentes cercanas al juzgado, expresaron a BASTA! que se han presentado ciertas observaciones para que el juicio baje su ritmo, aunque no precisaron de quién viene la orden: “como todos los medios están sobre el asunto, nadie quiere tocar el asunto, aunque esto represente que se retrase la libertad de Zepeda