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El respeto a la vida.
Por: Eusebio Ruiz Ruiz.
Preocupante la manera tan cruel, sanguinaria y salvaje como unos matan a otros, ¿en dónde aprendieron a matar de esa forma tan ciega y brutal?
La masacre en Francia y los asesinatos tan bestiales que se han presentado en distintos estados de nuestro país nos estremecen, ¿de qué parte del hombre brota tanta maldad?
La barbarie crece, ni la vida de los bebés se ha respetado; la capital de Tamaulipas ha sido testigo de crímenes horrendos en donde vidas inocentes y sin ninguna malicia han sido eliminadas.
Desagradable es escuchar a personas que comentan de manera emocionada las muertes provocadas por las bandas de criminales, como si los homicidios fueran una victoria para la humanidad; igual de molestas son las pláticas de quienes se gozan con la muerte de un criminal a manos de la policía, el ejército o la marina.
El hombre en su salvajismo y al creerse amo de todo lo que le rodea, termina con la vida de otros seres vivos, extingue a muchos de ellos, plantas y animales; pero como su sed de muerte es insaciable ha establecido leyes que permitan matar a los humanos no natos, en el vientre materno descuartizan o queman con solución salina a miles de bebés. También en los vientres de algunas madres hay decapitados. Las leyes injustas nos permiten abusar y matar a los indefensos.
Si ya está autorizado quemar o descuartizar a un bebé indefenso en el vientre de la mamá, entonces, ahora tenemos a los criminales descuartizando a personas. Es hora de que pensemos cuáles son las leyes que nos ayudan a ser más humanos y cuáles a deshumanizarnos.
Se ha caído en el nihilismo de la vida, se ha tomado muy en serio aquello de que “la vida no vale nada”, se niega el valor trascendente de la vida humana.
Se nos olvida que la vida y el nacimiento son un bien y una bendición, por eso algunos ya no respetan ni la vida propia, menos la del otro. Para algunos –no pocos- la vida queda reducida a una existencia sólo material, efímera, nada importante y sin trascendencia.
El uso de drogas permitidas y no permitidas por la ley, el aborto, el suicidio, la eutanasia, las guerras, las represiones, las masacres, los feminicidios, las torturas, las peleas, los actos de terrorismo, las venganzas y las armas nucleares, nos hablan de que la vida no goza de gran valor para muchos hombres.
Debemos combatir la fuerte mentalidad anti-vida. No debemos permitir que los días sigan estando marcados por la violencia, la muerte y el sufrimiento, educar en los valores es importante para terminar con estos males que nos aquejan.
Recordemos la vida es un don maravilloso, nadie pidió vivir, nadie se da la vida por sí mismo, la recibimos de manera gratuita, inculquemos en los niños, los jóvenes y también en los adultos el amor y el respeto a la vida propia y a la vida de los demás. Aún más, recuperemos el sentido cristiano de la vida.
No es posible que al acostumbrarnos a vivir en este mundo de violencia, estemos prefiriendo con ello el mal de la muerte, en lugar del bien de la vida.