
EL PERRO BARRY Y LA VIDA
Por: Eusebio Ruiz Ruiz.
En el paso del Gran San Bernardo, entre Suiza e Italia, se construyó en el año 1035 un hospicio-monasterio con el objetivo de auxiliar a los viajeros, sobre todo cuando las tormentas invernales complican el peregrinar entre las montañas de los Alpes.
Bernardo de Menthon fundó en el siglo XI la Congregación Religiosa del Gran San Bernardo o Canónigos regulares, son los miembros de esta comunidad religiosa los encargados de brindar atención en el hospicio.
Los monjes tenían grandes perros entrenados para rescatar a los viajeros que se encontraban en peligro, esto a partir del siglo XVI.
En una noche tormentosa de invierno los hombres del hábito oyeron ladrar a uno de sus perros, abren la puerta del monasterio, entra Barry, un gigantesco perro, llevando a un niño medio congelado, los monjes le brindan atención médica al menor, mientras que el perro regresa a cumplir con su misión.
Barry iba al rescate de un soldado que se encontraba medio sepultado en la nieve, sin esperanzas de vida; el perro escarbó hasta librar al militar de la nieve que estaba encima de su cuerpo, con su aliento trato de calentarlo, el soldado no sabía lo que pasaba, sintió miedo ante el gigantesco animal, sacó su pistola, le dispara a Barry, la sangre del perro tiñe de rojo la nieve, está herido, agoniza y muere. Es demasiado tarde cuando aquel hombre se da cuenta que el perro le había salvado la vida.
Barry salvó a más de 40 personas, su cuerpo está embalsamado en el Museo de Historia Natural de Berna Suiza.
Sin lugar a duda, cada característica de Barry lo hacía valioso, lo mismo sucede con otros perros rescatistas, en gran parte la valía de estos animales está en relación con el derecho fundamental de la vida.
Barry, todo perro rescatista, sus entrenadores y los que utilizan a estos animales para salvar vidas son el lado opuesto de aquellos que no tienen conciencia del valor y la importancia que tiene la vida humana, se asesina desde el no nacido hasta el que está en la vejez, en muchos no hay ni el más mínimo respeto por la vida ajena.
Cinco siglos antes de Cristo mataron a los hijos de un pensador griego llamado Anaxágoras e intentaron matarlo a él, es que el filósofo estorbaba a los “piadosos” de su tiempo.
Sócrates fue envenenado con cicuta porque era un estorbo para los sofistas, esto sucedió por el año 399 A.C.
A Jesús de Nazaret lo crucificaron por ser un estorbo político y religioso: “Conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca”, dijo Caifás, el sumo sacerdote y jefe del sanedrín. El sanedrín era algo así como el poder judicial.
Aristóteles, en el siglo IV A.C., casi corre la misma suerte de Sócrates por ser un estorbo a intereses políticos, y eso que tenía su peso por haber sido maestro de Alejandro el Grande.
En el año 1600, Giordano Bruno murió quemado en la Plaza dei Fiori, en Roma, por estorbar con sus “herejías”.
Luis Donaldo Colosio fue asesinado el 23 de marzo de 1994, según Francisco Labastida Ochoa porque le iba a meter mano dura al narcotráfico y a los políticos que protegían a los narcotraficantes; el candidato a la presidencia podría ser un estorbo a los narcos y a los cómplices de éstos.
Algunas madres buscadoras han sido asesinadas porque estorban a los que mataron a sus hijos y a los que están en complicidad con los asesinos.
¿Por qué matan a un no nacido? Porque un no nato también estorba, a unos no les conviene que se siga formando y a otros les conviene “interrumpir el embarazo” o asesinarlo por dejar muy buena cantidad de dinero, es un asesinato con el disfraz de un derecho reproductivo.
La vida humana se ama, se comparte, se entrega, se protege en cualquiera de sus fases, no se quita.
Si el perro Barry fue un amigo del hombre por salvar vidas humanas, también es una realidad lo que escribió Thomas Hobbes: “El hombre es el lobo del hombre”, frase que expresa la crueldad entre semejantes, somos enemigos entre nosotros mismos.
Hacia qué estado de salvajismo nos dirigimos, solo piense en el estado de barbarie de quienes legislan a favor del aborto, y eso que ellos también fueron cigoto, embrión y feto. Si el derecho fundamental de vivir no se defiende ni se respeta, si se legisla en contra de la vida, si unos merecen nacer y otros no, ¿entonces qué podemos esperar?
Al lector le deseo que se alegre con la vida propia y con la ajena, que su familia esté impregnada del valor de la vida, que su entusiasmo por vivir lo irradie para que aquellos que no le encuentran sentido a la existencia, pronto lo encuentren.
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