Ícono del sitio Grupo Metrópoli

El buen ladrón

EL BUEN LADRÓN

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Hoy, Domingo de Ramos, inicia la Semana Santa, como que dan ganas de escribir sobre temas religiosos.Cuando era niño -hace algunas décadas- llegaron a mi Parroquia varias religiosas de una congregación de la ciudad de Monterrey, recuerdo con agrado a Sor Olga, Sor Esther y Sor Cristina, ellas nos enseñaron un canto llamado “Marinero”, en una de las estrofas decía:“Dimas le dijo a Gestas, Dimas le dijo a Gestas:

Que feo apestas, que feo apestas;

Gestas le dijo a Dimas, Gestas le dijo a Dimas:

Pa’ que te arrimas, pa’ que te arrimas”.Dimas y Gestas son los nombres que la tradición ha dado a los dos ladrones que fueron crucificados junto con Jesucristo en el Gólgota o Lugar de la Calavera, uno fue crucificado a su derecha y otro a su izquierda. Hoy Domingo de Ramos será escuchado en toda la Iglesia el relato de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas, en este texto se habla de los dos ladrones que fueron crucificados junto con el Nazareno, no eran simples raterillos, los estudios hablan de la probabilidad de que se tratara de dos promotores de alguna sublevación nacionalista, su crucifixión al lado de Jesús daba a todo aquello las apariencias de un asunto político.

“Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: ¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros! Pero el otro lo reprendió diciendo: ¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo. Y añadió: Jesús, acuérdate de mi cuando entres en tu Reino. Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23, 39-43). La reflexión que comparto es en relación con los dos ladrones, me detengo un poco más con el que se “robó” la amistad del Hijo de Dios.

El Buen Ladrón se había “robado” –ganado- el Cielo, ciertamente le costó: Primero manifestó su temor a Dios, enseguida se reconoció pecador, reconocía también que Jesucristo era inocente, posteriormente pidió su salvación y ésta le fue concedida. Jesucristo y el ladrón se encontraron en la cruz, sobra decir que el encuentro se da en condiciones extremadamente difíciles, sin embargo, el Buen Ladrón tiene fe, ve a Jesucristo crucificado, moribundo, aparentemente sin esperanza, pero cree firmemente en un Jesús vivo y vencedor de la muerte que llegará a su Reino en el cual también hay lugar para un malhechor arrepentido, para ese hombre que la tradición -no el evangelio- ha llamado Dimas.

El Buen Ladrón ve a Jesucristo no con los ojos físicos, esos ya estaban nublados por el dolor que produce los golpes y la agonía, están a punto de cerrarse; lo mira con la claridad de los ojos de la fe, por eso no ve al Cristo derrotado y sin esperanza, sino al Cristo triunfante y radiante, en la cruz ya ve la alegría y el gozo de la resurrección, por eso es capaz de encomendarse a Él, sin lugar a dudas se abrió a la gracia del Espíritu Santo.

El encuentro de Jesucristo con el Buen Ladrón suscitó en este último una fuerza transformadora, una conversión, un diálogo y una comunión con el Dios hecho hombre. La conversión es una característica común de cuando una persona se encuentra en su vida con Jesucristo, y se acerca a Él con humildad. La figura de este ladrón que supo “robar” el Reino de los Cielos debe llevarnos a la conversión, indispensable en la Semana Santa que hoy iniciamos.

La Semana Santa no será “Santa” si en nuestra vida no tenemos una conversión profunda, puede ser la semana del pecado, la semana del otro ladrón que insultaba a Jesús y no se arrepintió, la semana de los que no quieren entrar al Reino de los Cielos, la semana de los de sin fe en el Cristo resucitado, la semana del Dios muerto en sus vidas, de los que con su estilo de vida han matado a Dios, la semana de quien se cierra a la gracia divina, la semana en la que Dios se convierte en un estorbo.

En el Domingo de Ramos se reconoce a Jesucristo como el Hijo de David y se canta a todo pulmón el Himno a Cristo Rey, el sentimiento religioso surge, pero muchas veces ahí se queda, en un sentimiento, sin trascendencia, sin compromiso, sin conversión, sin comunión y sin solidaridad.

El Buen Ladrón es el ejemplo de quien está en una situación adversa y sin embargo cree y se convierte, está en comunión con Jesucristo y en solidaridad con Él, sufriendo lo mismo y reconociéndolo como Rey: “Cuando entres en tu Reino”.

En el último momento, el ladrón lo reconoció a Jesucristo como Señor de su vida y llegó el premio: estar con el Redentor en el Paraíso. Hoy que se inicia la Semana Santa, comencemos con una sincera invocación al Espíritu Santo para que sea Él quien nos ayude a vivir con intensidad los misterios que en esta semana celebramos.

Imitemos al Buen Ladrón, acerquémonos al Dios vivo, establezcamos el diálogo con el Verbo Encarnado y vivamos nuestro cristianismo no con las caras tristes y largas, reflejo de la amargura, sino con la alegría que produce el triunfo de la Vida sobre la muerte.Muchas gracias por su tiempo dedicado a la lectura.

Salir de la versión móvil