Por: Eusebio Ruiz Ruiz.
A los esclavos se les colocaban tatuajes o se les marcaba con metales candentes. En tierras latinoamericanas la marca se colocaba en el hombro, pómulo o frente, como al ganado, servía para indicar que había un propietario.
Los esclavos no eran considerados como seres humanos, sino como objetos o mercancías, tenían dueño.
Los prisioneros de los nazis eran torturados, humillados, insultados, tatuados, discriminados, vivían hacinados, carecían de alimento y sin un lugar para sus necesidades fisiológicas, la piel se les pegaba a los huesos; así, degradados, su muerte ya no importaba.
La deshumanización de los prisioneros de los nazis hacía “más sencillo el asesinato”, lo dijo Franz Stangl, comandante de Sobibór y Treblinka.
Los prisioneros de los nazis fueron despojados de su humanidad.
Se elimina un cigoto, un embrión o un feto porque dicen que es una célula o un conjunto de células, un producto, solo eso.
El amo considera como mercancía al esclavo, lo cosifica, sin embargo, es evidente que se trata de un ser humano.
Los nazis trataron tan mal a los prisioneros, al grado de despojarlos de los rasgos propios del hombre, sin embargo, eran seres humanos.
Muchos proabortistas afirman que el cigoto, el embrión y el feto carecen de vida humana, dicen que se trata solo de una o varias células, sin embargo, el consenso científico ha demostrado que la vida de un ser humano se inicia en el momento en que el espermatozoide fecunda el óvulo.
Para la ciencia, todos -o la mayoría- de los códigos de vida están inscritos en esa primera célula que recibe el nombre de cigoto, aquí se encuentra potencialmente todo lo necesario para su desenvolvimiento posterior, igual que en un bebé se encuentra todo lo esencial para llegar a ser un adolescente o un adulto.
El aborto es el aniquilamiento de una vida humana -aunque sea microscópica- su destrucción es muerte.
Cuando se recurre al aborto provocado, el cigoto, el embrión o el feto son despojados de su humanidad, a semejanza del esclavo y el prisionero nazi.
El aborto es justificado debido a que el nuevo ser solo se compone de varias células, ¿qué sigue?, ¿hacia dónde vamos?, porque la que lanza gritos a favor del aborto, el legislador que elabora proyectos para modificar leyes que den luz verde al aborto o el que desde su curul solo levantó la mano, el lector y yo, seguimos siendo un conjunto de células, dicen -los que saben- que dependiendo de la edad y otros factores podemos tener 16, 17, 28, 36 o 40 billones.
Una vida humana e individual se inicia con la fecundación del óvulo, es ciencia, no es creencia ni ocurrencia ni deseo, no es interés político, económico o ideológico, no es opinión ni conveniencia, menos simpatía con determinados grupos o movimientos.
Un dato que puede iluminar este asunto: Como parte de un estudio realizado por el Dr. Steven Jacobs se reclutaron a 5,502 biólogos de 1,058 instituciones académicas para que participaran en el estudio sobre el momento en que empieza la vida de un ser humano. El 95% de los estudiosos acordaron que la vida comienza en la fecundación, cabe destacar que entre los participantes había de distintas tendencias: proelección, provida, liberales, conservadores, demócratas y republicanos fuertes. Esta información aparece en la página del Observatorio de Bioética Instituto Ciencias de la Vida.
Una ceguera que no permita ver una vida humana en donde sí la hay, eso es una grave derrota para quien no alcanza a ver, o no quiere ver, esta realidad.
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