
Dilexi te
Por: Eusebio Ruiz Ruiz.
La locución latina “dilexi te” se traduce al español como “te he amado”, aclaración, no se trata de algo romántico y bonito.
“Dilexi te”, es el título del primer documento pontificio del Papa León XIV, las palabras están tomadas del libro del Apocalipsis, capítulo 3, versículo 9.
En la Iglesia Católica se elaboran diversos tipos de documentos: Pontificios, conciliares, del magisterio, legislativos, administrativos, doctrinales, declaraciones, mensajes, homilías, discursos, etc., entre los documentos pontificios se encuentra Dilexit te, que es una exhortación apostólica.
La intención de una exhortación apostólica, es animar e invitar a practicar algún tema relacionado con la fe o la misión de la Iglesia. Es un tipo de documento que, normalmente, surge después de un sínodo de obispos, aunque no siempre es así.
Dilexi te es la primera exhortación apostólica del Papa León XIV, fue firmada por el pontífice el 4 de octubre, a las 8:30 a.m., y presentada el pasado 9 de octubre, a las 12:00 del mediodía.
Son 121 puntos los que contiene el documento, distribuidos en la introducción y en cinco capítulos, al final del texto aparecen las referencias bibliográficas.
Los capítulos son: I. Algunas palabras indispensables, II. Dios opta por los pobres, III. Una Iglesia para los pobres, IV. Una historia que continúa, V. Un desafío permanente, cada uno tiene varios subcapítulos.
El tema general del documento es sobre el amor a los pobres. Vamos por partes.
La introducción comprende los números del 1 al 3 del documento, de aquí destaco lo siguiente:
En Apocalipsis capítulo 3, versículos 8 y 9, el Señor se dirige a una comunidad pobre, violentada y despreciada, a la que le dice “yo te he amado”, palabras que expresan el compromiso de Cristo y los cristianos de un amor que libera y restaura la dignidad de cada ser humano.
La Exhortación Apostólica Dilexi te está en unidad con la Encíclica Dilexit nos (Nos amó), del Papa Francisco, en la exhortación, el papa actual comparte el deseo de su antecesor para que todo cristiano sea capaz de percibir la conexión entre Cristo y los pobres.
En el primer capítulo del documento: Algunas palabras indispensables (números del 4 al 15) se empieza hablar de la opción preferencial por los pobres, esto no es novedad en la Iglesia, es un principio teológico cristiano que surge en la década de 1960 con la teología de la liberación de origen latinoamericano y que se encuentra enraizado en las Sagradas Escrituras, está noción en favor de los pobres fue tomada en cuenta en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Medellín, Colombia (1968), posteriormente se reafirmó con fuerza y sin rodeos en las conferencias del episcopado de Latinoamérica, realizadas en Puebla, México (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida, Brasil (2007).
Es necesario aclarar, que cuando se habla de “pobres”, no solo se refiere a los que carecen de dinero, en el punto 9 se habla de distintas formas de pobreza, en el 13 el Papa afirma que en la actualidad nacen nuevas pobrezas.
Entre las formas de pobreza que cita el documento están: La marginación social, moral, espiritual y cultural; la carencia de derechos, la falta de espacios para vivir, la privación de la libertad, las comunidades que no tienen agua, los expulsados de su tierra, los descartados, los migrantes, los enfermos, los ancianos y doblemente pobres son las mujeres que sufren exclusión, maltrato y violencia.
La opción preferencial de la que se habla no quiere decir exclusivismo o discriminación de otros grupos, no es rechazo de quienes no están incluidos en alguna de las formas de pobreza, esto aparece en el segundo capítulo: Dios opta por los pobres (del 16 al 34).
Ante el grito de los pobres no se puede ser indiferente. La condición de pobres –en cualquiera de sus formas- interpela nuestra vida, las sociedades, los sistemas políticos y económicos, y de manera muy especial a la Iglesia.
El compromiso en favor de los pobres sigue siendo insuficiente, por lo que no se debe bajar la guardia en relación con la pobreza, menos cuando van surgiendo nuevas formas de ser pobre, dice el Papa.
En el documento aparece el nombre de Francisco de Asís, el joven rico y arrogante que quedó impactado por la realidad de los marginados, y que voluntariamente renuncia a todos sus bienes para ponerse al servicio de los más necesitados. ¡Vaya que cosa más difícil!
En el documento, Cristo es presentado como amigo cercano y liberador de los pobres, la fe en Él, es la fuente de donde brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad. El culto que el cristiano le rinde a Dios no está separado de la protección y liberación de los más débiles, su autenticidad se ve reflejada en la práctica de las obras de misericordia.
En el tercer capítulo: Una Iglesia para los pobres (del número 35 al 81), se habla de la manera en que se manifiesta la autenticidad del culto a Dios: ayuda económica y alimentos para el necesitado; órdenes religiosas para atender a los enfermos; cuidado en prisiones, calles, campos de batalla, periferias y selvas; acogida a los toxicómanos; lugares para hospedar a viudas, niños abandonados, peregrinos, y mendigos; preparación de medicinas y producción de alimentos; formación cultural y espiritual en tiempos de peste, hambre y guerras; atención a los encarcelados y liberar a los oprimidos; rescatar de esclavitudes como la trata de personas, el trabajo forzoso, la explotación sexual, las adicciones y defensa de los olvidados; educación popular, cultivo de las artes, alfabetización, evangelización, enseñar a pensar y promover la dignidad; acompañamiento, acogida y asesoría jurídica a los migrantes; participación en movimientos populares, que luchan contra las estructuras que causan la pobreza, la desigualdad, las carencias y la negación de derechos.
En este capítulo el pontífice menciona a varias personas de vida ejemplar que, en distintas épocas, han realizado obras de gran importancia en favor de los pobres, algunos de ellos han dado su vida por esta causa.
León XIV recuerda las palabras del Papa Francisco al inicio de su pontificado: “¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!”. Entre la fe y los pobres existe un vínculo inseparable, en distintos momentos de la historia de la Iglesia abundan los testimonios de cristianos que ven la ayuda al necesitado como una expresión concreta de la fe en Jesucristo.
Son acciones que no se realizan por servicio social, proselitismo, exhibicionismo, paternalismo o motivos políticos, se llevan a cabo por coherencia con la fe y el evangelio, el creer no está separado de la acción social, la Iglesia tiene el deber de ver hijos en donde se encuentra una amenaza.
En el capítulo cuarto: Una historia que continúa (del número 82 al 102), León XIV habla sobre las enseñanzas de la Doctrina Social Católica en relación con los pobres.
El recorrido inicia en 1891 con la Encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas) de León XIII afrontando la situación del trabajo, en esta misma línea cita a Juan XXIII con la encíclica Mater et Magistra (Madre y Maestra), promoviendo una justicia de dimensiones mundiales.
Cuando habla de las aportaciones que hizo el Concilio Vaticano II, destaca la participación del cardenal Lecardo, arzobispo de Bolonia y, obviamente, la participación de los papas Juan XXIII y Pablo VI.
Como parte de los documentos del Concilio Vaticano II, León XIV cita la constitución pastoral Gaudium et Spes (Gozos y Esperanzas) en donde se habla de la importancia de la propiedad privada y de que los bienes creados deben llegar a todos.
El papa actual recuerda la participación del Papa Pablo VI en las Naciones Unidas en donde se presentó como el abogado de los pueblos pobres.
Más adelante cita a san Juan Pablo II quien consolidó, al menos en el ámbito doctrinal, la relación preferencial de la Iglesia con los pobres como “forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana…”. Como documentos de trascendencia en este tema menciona la encíclica Sollicitudo rei socialis (La preocupación social) y Laborem exercens (Al ejercer el trabajo).
De Benedicto XVI cita la encíclica Caritas in veritate (La caridad en la verdad), se destaca que este papa habla sobre el bien común, el problema del hambre, el acceso al agua y a la comida, así como de la irresponsabilidad política nacional e internacional.
Acentúa la labor de las conferencias episcopales nacionales y regionales en cuanto a la relación de la Iglesia con los pobres, citando las conferencias del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.
En el documento se cita al papa Francisco con su encíclica Dilexit nos, en el que se denuncia la indiferencia ante los pobres, la política que exige sacrificios al pueblo, para alcanzar objetivos que interesan a los poderosos; mientras a los pobres sólo les quedan promesas de “gotas”…, la falta de equidad como raíz de los males sociales, la desigualdad ante los derechos, el deterioro del ambiente y las agudas diferencias entre ricos y pobres.
Un desafío permanente (del número 103 al 121), es el quinto capítulo, León XIV habla del amor y atención a los pobres como característica esencial en el camino de la Iglesia, parte de la gran tradición y garantía de fidelidad a Dios. Esto en oposición a la cultura dominante que los abandona, no los juzga dignos de atención ni de aprecio y los ve como un estorbo, síntomas de una sociedad enferma e indiferente.
Presenta a los pobres como evangelizadores: En el silencio de su condición nos colocan frente a la realidad de nuestra debilidad y vacío de una vida aparentemente protegida y segura; como el anciano, que con la debilidad de su cuerpo nos recuerda nuestra vulnerabilidad.
Los pobres no son para los cristianos un problema social o una categoría sociológica, son la carne de Cristo que tiene hambre, sed, se enferma y es encarcelada; son el centro de la Iglesia.
Los movimientos o grupos cristianos deben interesarse por el bien, la religión no se limita al ámbito privado ni a solo rezar, los problemas relativos a la sociedad civil y lo que afecta a la ciudadanía también compete a los fieles.
No solo debe interesar la justicia y la asistencia, también la atención espiritual, en esto los pobres también sufren discriminación.
En cuanto a la limosna, León XIV comenta que ésta es necesaria porque no se puede abandonar a una persona a su suerte y sin lo indispensable para la vida, sin embargo, lo mejor es promover al pobre para que tenga un buen trabajo, se gane la vida con dignidad, desarrollando sus capacidades y ofreciendo su esfuerzo personal.
La limosna no exime la responsabilidad que tienen las autoridades competentes, ni elimina el compromiso que las instituciones tienen con la sociedad, mucho menos sustituye la lucha legítima por la justicia.
Aclara que la limosna no resuelve la pobreza mundial, pero la solución a ésta se tiene que buscar con inteligencia, tenacidad y compromiso.
Las palabras escritas en el Apocalipsis: “Yo te he amado” podrá sentirlas el pobre como propias, cuando se trabaja por cambiar las estructuras sociales injustas, o por gestos sencillos de ayuda.
La Iglesia que el mundo necesita hoy es la que ama, porque el amor cristiano rompe barreras, acerca a los lejanos, reúne a extraños, familiariza a los enemigos, atraviesa abismos, penetra en lo más oscuro de la sociedad, es profético, hace milagros, es ilimitado.
En este documento el papa Francisco es citado 55 veces, la mayor parte de referencias son de las exhortaciones Evangelii gaudium (La alegría del evangelio) y Gaudete et exultate (Alégrense y regocíjense) y la encíclica Fratelli tutti (Hermanos todos).
Dilexi te es una herencia que el Papa León XIV recibió del Papa Francisco, al pontífice actual le tocó añadirle algunas reflexiones, firmarla y darla a conocer, a los católicos les toca estudiar, reflexionar y poner en práctica el documento. ¡Esa es la tarea!, quehacer que puede iniciar con la ayuda a las personas que están sufriendo las consecuencias de los desastres naturales, nos toca buscar el medio confiable parar hacerlo.