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Día mundial de la lentitud

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Está ya muy cerca el 19 de febrero, en esta fecha, en algunos lugares del mundo se celebra “El Día Mundial de la Lentitud”, fueron ejecutivos, académicos y artesanos los que con esta iniciativa intentan fomentar el arte de vivir lentamente.

El movimiento de la lentitud se originó en 1986, en Roma, Italia como una reacción en contra de la comida rápida, al estilo americano. El sociólogo y gastrónomo Carlo Petrini fue quien encabezó esta resistencia.

Tres años más tarde se firmó en París “El Manifiesto de Comida Lenta”, al paso del tiempo este movimiento -que nació en la cocina- se fue expandiendo a otros sectores como la educación, el diseño de muebles y ropa, la odontología, la organización de las ciudades lentas, los viajes, la vida sexual, la agricultura, la cría de animales, la ecología y la tecnología.  

Es necesario aclarar que este movimiento no entiende a la lentitud como holgazanería ni como pachorra, sino como el hacer bien las cosas, con el ritmo y en el momento adecuados, con calma, observando los detalles, contemplando, recreándose, escuchando y pensado antes de hacer o decidir.

El objetivo del movimiento de la lentitud es mejorar la calidad de vida de las personas. Se trata de un tipo de filosofía de vida que permite replantearse la velocidad en la que se vive con la intención de que se tome conciencia que una vida plena, en calma y en armonía es posible.

La filosofía de la lentitud busca reducir la marcha y buscar el tiempo justo para cada cosa. Su principio es: A cada tarea que hagamos, situación en la que nos encontremos o experiencia que vivamos, démosle el tiempo y la atención que necesita y merece. Esta manera de pensar y vivir se va extendiendo por diversas partes del mundo, inició en Europa y ya llegó a tierras latinoamericanas.

¡Lástima que estas ideas no han llegado al campo de la política mexicana! Lo digo por esos políticos hambrientos que no terminan los periodos para los que fueron electos y en su loca carrera van en busca de otro puesto. Cuando se estrellen, quizás entenderán que los frenos en la política también son necesarios.   

La vida acelerada de algunos políticos ha tenido como consecuencia que terminen perseguidos por la justicia o tras las rejas, una prueba de que, en el quehacer político, la vida acelerada no conviene.

Cuentan que un predicador dominical cayó en un agujero muy profundo, intentó una y otra vez salir, se dio cuenta que no podía, empezó a gritar pidiendo que lo ayudaran.  Hasta que de pronto un hombre lo escuchó, se asomó al pozo, le preguntó quién era, y le dijo: “Bueno, bueno, pero no necesita gritar tanto ni estar haciendo tanto ruido, pues usted es un predicador dominical, será requerido hasta el domingo, y hoy apenas es jueves”.  Todo con calma y en el momento adecuado.

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