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Crónica de un parto

ABRELATAS
CRÓNICA DE UN PARTO
por Ana Karla Garza
https://www.thelogisticsmom.com/post/crónica-de-un-parto

Dar a luz ha sido la experiencia más dolorosa y más surrealista de mi vida. Salí de un trance.

Una vez más hice planes que no pasaron. Me preparé para algo muy distinto a lo que sucedió. Dentro de los escenarios que cruzaron por mi mente, nunca consideré la posibilidad de una inducción*.

Mi plan de parto era tener a mi bebé en un birth center. El hospital representaba un lugar frío, impersonal; sin un ginecólogo asignado, me revisarían los doctores en turno y las enfermeras irían y vendrían. Aquello que no quería que pasara… pasó.

*¿Qué es una inducción?

Inducir el parto significa provocar que comience mediante el uso de medicamentos y/o herramientas que aceleran la llegada de las contracciones hasta que el bebé nace.

Cuando el parto es inducido, la oxitocina deja de ser una aliada natural. En lugar de que el cuerpo la libere poco a poco para ayudar a sobrellevar el dolor, se administra de forma artificial, y el cerebro no alcanza a adaptarse ni a activar sus propios mecanismos de alivio.

Era jueves 16 de octubre. Eric y yo llegamos al birth center para la revisión semanal de Luka mediante ultrasonido. “Baja cantidad de líquido amniótico”, escuché. Acto seguido, la midwife habló con nosotros y nos informó que ya no podían seguir atendiéndome en el centro; debían transferirme al cuidado de un hospital. Confundidos, salimos rumbo al sur para tomar una clase que ya teníamos agendada —newborn prep class—, pero Eric no alcanzó a conducir más de diez minutos cuando recibimos la llamada del birth center: Ya habían arreglado nuestro ingreso al hospital. Debíamos tomar nuestras maletas y dirigirnos allí ASAP.

Ingreso al hospital

Una vez en el hospital, me asignaron habitación. Mi mamá me dio las buenas noches y regresó a casa. Eric se quedó conmigo.
La misión era clara: dilatar el cérvix. Durante todo el tiempo estaríamos siendo monitoreados Luka, yo y las contracciones.
Cronología de mi labor de parto
23:00 Primer tacto vaginal + ¼ pastilla de Cytotec.
02:00 Segundo tacto vaginal: 1.5 cm de dilatación. La doctora sugiere colocar un globo para acelerar el proceso de forma natural.
02:30 Colocación del globo. Fue muy incómodo: lo intentaron dos veces antes de lograrlo a la tercera. Me ofrecieron fentanilo intravenoso para el dolor, pero lo rechacé; tenía la intención de dar a luz sin anestesia. Los dolores comenzaron, leves pero constantes, impidiéndome dormir.
11:00 Llegó mi mamá a dar apoyo moral.
12:30 Llegó Gaby, mi doula. Encendió velas, colocó luces y transformó la habitación en un espacio tranquilo.
13:00 Me coloqué el TENS (Estimulación Nerviosa Eléctrica Transcutánea) en la espalda baja para aliviar las contracciones.
14:00 Las contracciones se intensificaron. Las enfermeras ofrecían anestesia una y otra vez; seguí diciendo que no.
16:30 Liberé el globo: había dilatado lo suficiente para entrar en la fase activa. Las contracciones eran ya insoportables; sentía que me desmayaba del dolor. Me rendí y pedí anestesia.Mis opciones eran:
Intravenosa (fentanilo): Gaby no lo recomendó porque la sustancia traspasa la placenta y puede afectar al bebé.
Epidural: Requería dos bolsas de suero antes de colocarla.
Elegí la epidural. Comenzaron a suministrarme la primera bolsa.
17:30 Aún no terminaba la segunda bolsa cuando comenzó mi última fase de parto: sentí la necesidad de pujar.
17:45 Me revisaron; la doctora pretendía romper la bolsa, pero descubrió que ya estaba completamente dilatada y que la fuente había roto —probablemente cuando salió el globo—.No hubo tiempo para la epidural.
18:00 Me preparé en posición de squat sobre la cama.
18:05 La doctora indicó que debía empezar a pujar: el ritmo cardiaco de Luka estaba bajando. Había varias enfermeras y dos doctoras en la habitación. Me sentía abrumada; en las clases había aprendido que el cuerpo sabe cuándo pujar, pero la presión me hizo olvidar todo. Pujé y pujé, incluso fuera de las contracciones.
18:30 ¡Nace Luka! Qué alegría. Enseguida colocaron a mi bebé en el pecho, y en cuestión de minutos ya estaba amamantando. El y yo, adaptándonos a nuestro nuevo mundo.

Mientras lo sostenía, la doctora comenzó a suturarme: tuve un desgarro de segundo grado (de cuatro posibles). Agradecí que no fuera peor.

El pos parto

Otra cosa que descubrí: lo difícil que es ir al baño después del parto.

Mi cuerpo parecía haber bloqueado el orificio de la orina. Al intentarlo, me desmayé. Por suerte, Eric y la enfermera estaban allí para sostenerme.

Salí del hospital el domingo 19 de octubre: con bebé en brazos, sin barriga, desgarrada y con hemorroides.
Mi mamá decía que una vez que el bebé nace se olvidan los dolores. No es cierto.
Mientras sostenía a mi bebé recién salido de mí, temblaba de los nervios y de la incomodidad: tardaron más de una hora en coserme. Tuve suerte de que no fuera un desgarro de tercer grado —en ese caso, te llevan al quirófano—
Dicen también que el cuerpo tarda unas seis semanas en recuperarse… ¿y la mente? Quizás más.
Aun así, no queda otra más que confiar y enfocarse en el presente.
Se vale llorar: de alegría y de tristeza.
Agradecer que Luka llegó con bien, con salud. Pronto, la conmoción será solo un recuerdo, y la alegría de compartir la vida con él opacará cualquier daño.

El tiempo es sabio. La naturaleza también.

AGV

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