Tlamatinime
Armonía conyugal
Por: Eusebio Ruiz Ruiz.
La búsqueda de la armonía conyugal y de la unidad es un trabajo de todos los días para los casados, es un quehacer fundamental en el matrimonio.
Es totalmente irreal la situación de un matrimonio que cree vivir en una armonía permanente.
En todos los matrimonios hay problemas, conflictos y obstáculos, nada de esto es del otro mundo, los desajustes y la desarmonía temporal son signos de una pareja viva que está en movimiento, es una señal clara de que afortunadamente no son dos seres perfectos ni angelicales, sino perfectibles y totalmente humanos. Lo interesante y “sabroso” es poder buscar, como pareja, la manera de cómo resolver los conflictos que se presentan y no sacarle la vuelta a los obstáculos ni dejarnos vencer por ellos.
No se trata tampoco de crearnos problemas, sino de afrontar con inteligencia todas aquellas situaciones difíciles que la vida nos va proporcionando y que son una oportunidad para el crecimiento y fortalecimiento del matrimonio.
En el matrimonio la armonía y la unidad no son regalitos caídos del cielo el día de la boda, es algo que se construye, se hace, se realiza y se lucha para lograrlo, todo con la disposición, esfuerzo y generosidad de ambos.
Entre los recursos para ir creciendo en armonía están el diálogo, la capacidad para solucionar conflictos, el cariño, el sentido de unidad, los ideales y la oración.
En cuanto al diálogo, este debe ser abierto y sincero, si no hay capacidad de dialogar ya se perdió la batalla, si hay capacidad ya se triunfó. Facci dice: “El diálogo es para el amor lo que la sangre es para el cuerpo”.
Otro recurso es la capacidad para solucionar conflictos. En una pareja la armonía no se mide por la ausencia de conflictos, sino por la capacidad que se tiene para resolverlos.
Demostrarse el cariño es esencial porque con él se hace sentir al compañero (a) que se le quiere.
También es importante ser conscientes de que los problemas, las derrotas y los triunfos no son ni de uno o del otro, sino de ambos.
Los ideales son algo por lo que se lucha, una pareja sin ideales se estanca, se pudre, apesta, y los hijos son los primeros que detectan y sufren la consecuencia de esa pestilencia. Es necesario luchar por algo, superarse, seguir adelante, conquistar los ideales y formarse otros nuevos.
En un mundo tan materializado quizás nos olvidemos de hacer oración, pero ésta es sumamente importante. El comunicarse con Dios es esencial porque Él no es ajeno a nuestros problemas, Él se interesa por nosotros, nos brinda la gracia, además de la inteligencia, para afrontar las dificultades con serenidad y sabiduría. Es necesario dejar que Dios entre en nuestro matrimonio, en nuestra familia y en la casa en donde habitamos, si lo dejamos las cosas funcionan mejor.