Alegría a Medias
Por: Nazario Assad de León
Para todos los mexicanos que amamos la NFL, ayer sin duda fue un día muy especial al ver como se jugaba un gran partido de futbol americano en nuestra tierra luego de once años de ausencia y con la gran posibilidad de que, si todo transcurría de forma correcta, se volviera un evento más cotidiano para México.
Además de tener el privilegio de presenciar dicho evento, el público ayer en el Estadio Azteca y la NFL México cargaron una responsabilidad muy grande, representar al aficionado mexicano y dar muestra de que se está a la altura de estos eventos de primer nivel.
En cuanto al nivel del partido, fue un juegazo lo que vimos ayer, cambios de liderato en el marcador, entregas de balón, jugadas de anotación en corrida y pases espectaculares, al punto que el juego se decidió desafortunadamente por errores arbitrales.
Ya en cuanto a evento como tal, la afición no pudo lograr el excelente comportamiento que se buscaba. De inicio me quedé muy gratamente sorprendido al ver la civilidad cuando se entonó el himno nacional de los Estados Unidos, sin ningún abucheo de por medio ni nada por el estilo.
Pero tristemente, a pesar de que se vio un ambiente mucho mejor que en muchos estadios americanos, tenía que haber los desadaptados que pusieran los negritos en el arroz al evento con tres acciones muy particulares.
Primero, el tristemente famoso grito al pateador, que la gente no entiende que solo causa problemas y que de gracioso no tiene nada. Segundo, aventar aviones de papel al campo de juego como niños chiquitos. Y por último, la peor de todas, que pudiera llegar a ser causante de que la NFL no vuelva, el estar molestando con un láser a los jugadores, en este caso concretamente al QB de Houston, Brock Osweiler.
Esperemos que la NFL vea todo lo bueno que hubo, y vuelva en las siguientes temporadas. Más si por algo deciden no hacerlo, no tenemos defensa alguna, debemos entender que nosotros mismos fuimos los culpables de ello con este tipo de acciones.
Ayer fue un día histórico, sí, pero también la alegría quedó a medias, dejando un sabor agridulce, a esperar que define el comisionado Goodell de todo esto.