Mario Flores Pedraza
Nombre de la columna: “Antítesis”
¿Acaso es necesario una reforma electoral?
Los trabajos para formular los dictámenes de la reforma electoral arrancaron formalmente el pasado 25 de octubre en las comisiones de la Cámara de Diputados. Esta iniciativa presentada en abril por el presidente Andrés Manuel López Obrador, es una de las tres modificaciones a la Constitución más relevantes de su sexenio, junto con la reforma a la Guardia Nacional y la eléctrica.
Esta reforma plantea lo siguiente: no desaparece el INE, cambia de nombre, se llamaría INEC (Instituto Nacional Electoral y de Consultas) que seguirá siendo autónomo. Reduce el número de diputados de 500 a 300. Lo mismo pasa con el número de senadores, que pasarán de 128 a 96. Los consejeros del INEC y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) serán propuestos por los tres poderes de la Unión y elegidos por medio de voto popular en elecciones abiertas. Recorta el número de consejeros del INEC de 11 a 7. Financiamiento público a partidos políticos solo para campañas electorales. Plantea una reducción a 30 minuto diarios de propaganda política en radio y televisión. Disminuye la participación en una consulta popular de 40 a 33 por ciento para que sea vinculante. Elimina los órganos electorales locales. Implementa el voto electrónico.
Considero que esta reforma tiene puntos favorables, otros que podrían ser aberraciones y otros que llevan un tema de análisis mucho más profundos. Veo favorable la implementación del voto electrónico (cosa que el actual INE ya lleva años haciendo pruebas), reducción de presupuesto de partidos políticos, reducción de tiempo de propaganda política.
Por otro lado, la desaparición de los plurinominales sería un tema de análisis más profundo debido a que el hecho de que existan los “pluris” da representatividad a las minorías en el deber ser, sin embargo, en el día a día generalmente esas minorías votan en bloque o en ciertos casos pueden llegar a vender hasta su voto por lo que este punto debería de analizarse. Otro tema para analizar es la reducción del porcentaje de participación en una consulta para que sea vinculante porque se debe alentar a la población a que participe más, no que lo haga cada vez menos. La eliminación de los OPLES también es de pensarse mucho, y esto es debido a que los organismos electorales locales son claves para tener elecciones bien organizadas en todo el país, difícilmente el INEC podrá encargarse de todo, pero por otro lado hemos visto muchas veces que en realidad los gobernadores de los estados intervienen mucho y meten sus narices a estos órganos electorales locales.
Lo que considero que es una locura es la forma de selección de los consejeros del INEC y del TEPJF. La propuesta presupone que estos sean elegidos de manera popular a propuestos por el ejecutivo, legislativo y judicial. Considero que este punto lo que haría sería politizar la selección de los consejeros porque al hacer elecciones para seleccionarlos se erigirían a los más populares, no a los más preparados (estas posiciones tienen que ser más técnicas que políticas). Actualmente al término de cada periodo, compete a la Cámara de Diputados emitir una convocatoria pública para cubrir las vacantes. También no creo que disminuir de 11 a 7 consejeros sea conveniente.
Todas las leyes son mejorables, y la ley electoral en México no se escapa de tener mejoras. Esta iniciativa que presenta el presidente tiene puntos positivos a mi juicio, otros de análisis y otros más negativos. En conclusión, no creo que sean momentos para hacer cambios en la ley electoral hasta acabar esta administración federal, para que las modificaciones sean implementadas en las intermedias del 2027 y no en el siguiente proceso electoral.