*La delincuencia tiene derechos humanos, la T4a los respeta, aunque sean asesinos
Por Luis Repper Jaramillo*
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Más de 38 mil muertos, en sólo 5 meses (marzo, abril, mayo, junio, julio 2020) son muchos, muchísimos. Me dirán, por Coronavirus, lo acepto, muertos al fin por mala atención oficial, reacción tardía, mentiras y caos. 38 mil fallecidos que van a la cuenta del Clan López, Obrador y Gatell… todo suma.
Pero 53 mil 800 homicidios dolosos –y contando- en 18 meses del gobierno fallido de la Transformación de 4ª (léase López Obrador) es un estigma que nunca se borrará, resultado de la guerra fallida contra la delincuencia organizada que inició en 2006 Felipe Calderón (PAN), continuó Enrique Peña Nieto (PRI) y alarga Andrés Manuel López Obrador (Morena) con guarismo que ni sus otros datos podrán echar abajo o minimizar.
La suerte estaba echada. El 2 de diciembre de 2017, el inminente candidato presidencial por Morena, Andrés Manuel López Obrador, en un mitin de campaña en Quechultenango, distrito de Chilapa, Guerrero, se comprometió y ofreció al crimen organizado Perdón y Olvido. ¿Sus aliados, financieros, patrocinadores, seguridad, hacienda de la campaña y el régimen? Si no fue así, así pareció. En política, Andrés, lo que se ve, es, ni tampoco hay casualidades, sino causalidades.
En su arenga electorera, refiriéndose al descontrol peñista en el combate a la delincuencia, se colgó del desastre y escupió “para que haya paz, si es necesario vamos a convocar a un dialogo para que se otorgue amnistía (a delincuentes) siempre y cuando se cuente con el apoyo de las víctimas (éstas ya están muertas, López, asesinadas por los Cárteles): no descartamos el perdón. Se debe perdonar si está de por medio la paz y la tranquilidad del pueblo”.
Como siempre, hablando sin conocer el significado de sus palabras. Es el sentido de la oratoria de Andrés. Dejen les digo, que la palabra amnistía proviene del griego amnéstía, que significa olvido. En consecuencia en ese spich (2017) Andrés Manuel dio por hecho que no perseguiría a la delincuencia organizada… y cumple.
Con esa decisión, ahora inquilino de Palacio Nacional, habría dado la bendición a Jefes de Cárteles, sicarios, asesinos, gatilleros, pozoleros, operadores, jefes de plaza, etc. para hacer de las suyas. Desde entonces el crimen tomó nota, acusó de recibido, asimiló la invitación… y actúa en consecuencia, no es casual sino causal (permiso). Los resultados, hasta junio pasado no mienten, 53 mil 800 homicidios a manos de la delincuencia, esta sí, organizada.
Quiénes siguen al pie de la letra la convocatoria del entonces candidato presidencial: narcotraficantes, secuestradores, asesinos, sicarios, extorsionadores, traficantes de drogas, de armas; huachicoleros, tratantes de blanca, lavadores de dinero, cobradores de piso, etc. quienes con la venia del Señor (López) no permiten la paz ni la tranquilidad del pueblo.
Pero vayamos a la triste y lamentable llegada de la Transformación de 4ª a Palacio Nacional. De las 53 mil 800 víctimas del crimen organizado 5 mil 800 son mujeres, 1800 niños (no que con los niños no, Beatriz) y jóvenes. En promedio 100 asesinatos al día.
Estos han sido los 540 días (de la T4a) más violentos del siglo.
Dice la conseja popular que las comparaciones son odiosa, pero para el tema que nos ocupa, nos calló como anillo al dedo para desmitificar a chairos, amlovers, pejesombies, adoradores, ciegos y torpes seguidores del Peje. Las muertes de hombres, mujeres, jóvenes, niños son las más altas en el mismo lapso (18 meses) del sexenio de Enrique Peña Nieto.
Con la llegada del señor López a la Silla del Águila, una de sus instituciones, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) corrobora la invitación a “portarse mal” a los sicarios pues 7 de cada 10 víctimas sucumbieron a través de armas de fuego.
De nada ha servido la necedad del tabasqueño de crear su guardia personal, escondida bajo el seudónimo de Guardia Nacional, que según sería la solución a tan deleznable ilícita actividad, pues no frena, ni minimiza las masacres del crimen organizado, entre sí, y contra la sociedad. Más lamentable aún, que miles de militares y marinos habilitados como civiles cumplen funciones de Policía Callejera que no contiene a los Cárteles que controlan al país. El Gobierno de México (T4a) es simple espectador de los 53 mil 800 masacrados, en actitud contemplativa, omisa que pone en riesgo a millones de mexicanos.
El desastre no tiene contención y sí mucha leguleya. El 13 de abril de 2020 en una de tantas insulsas mañaneras el Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, el incapaz, Alfonso Durazo Montaño tratando proteger a López de las nefastas cifras de homicidios (en ese momento iban 35 mil) escupió “no cantamos victoria mientras se sigan presentando crímenes en el país, nos indica el acierto de la “estrategia” que ha implementado el presidente”… ¿opinarán lo mismo, Alfonso, las viudas, huérfanos, hermanos, padres, parientes, conocidos y amigos de las víctimas?
Luego, el propio saltimbanqui (PRI, PAN, PRD, Morena) de manera irresponsable y fanfarrona aseguró “el delito de homicidio doloso ya está en fase de contención” Alfonso 4 meses después de tus palabras las cifras contabilizan 53 mil 800 víctimas, ¿a eso le llamas contención?
Otro ejemplo de la protección oficial (léase López Obrador) a los sicarios y gatilleros se dio en una gira que realizó por el Estado de Guerrero en 2019. A los pies de la Sierra, en Tierra Caliente, el convoy fue detenido por un grupo de campesinos, quienes suplicaron al tabasqueño que enviara a la zona al Ejército pues ya están cansados de las extorsiones, levantones, asesinatos, secuestros, violaciones, quema de chozas y sembradíos por el Cartel Jalisco Nueva Generación. Los infortunados esperaban una respuesta inteligente, razonable, confiable… no fue así. Como golpe a la dignidad del pueblo pobre, López Obrador les dijo “el ejército no está para esas labores (brindar tranquilidad y seguridad). Además, ellos (los delincuentes) son seres humanos, tienen derechos y se los respetaremos”… así como lo leyó. Sin bajar de la Suburban blindada y protegido por una docena de guaruras, en su desesperación un humilde jornalero le grito “nosotros también tenemos derechos humanos, además pagamos impuestos”. El chofer, aceleró y dejo pasmados a los demandantes.
Confirmó la promesa de Perdón y Olvido.
Otro comparativo contundente que hunde, exhibe, desmiente sus otros datos, que como muletilla culpa al pasado de todos los males de su nefasto gobierno, muestra y confirma lo bocón e incapaz que es: de diciembre de 2016 a mayo de 2017 el peñato registró 45 mil 581 asesinatos dolosos, mientras que en el mismo lapso (18 meses) de diciembre 2018 a mayo de 2020 la Transformación de 4ª ha estibado 53 mil 800 cuerpos, que representa 17.65% de incremento.
Ahora le doy una estadística que expone la incompetencia, inmoralidad y responsabilidad de López Obrador en el fracaso de su gobierno.
Cito los últimos tres sexenios en el rubro de asesinatos dolosos en 1 año 8 meses: Vicente Fox (PAN) 46 mil 535, Felipe Calderón (PAN) 38 mil 999 víctimas. Enrique Peña Nieto (PRI) 51 mil 934, Andrés Manuel López Obrador (Morena) 53 mil 800 asesinatos.
En consecuencia ¿quién resultó más incapaz, por nulidad, colusión u omisión? ¡¡Atinó, El Peje!! Y conste, son estadísticas del SESNSP, organismo público de la T4a.
¿Más pruebas de la defensa oficial a la delincuencia organizada? Van.
En octubre de 2019 en Culiacán, Sinaloa, en un operativo de las fuerzas de seguridad nacional: Ejército, Marina y Guardia Nacional detuvieron en su domicilio a Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán, con orden de captura y extradición a Estados Unidos por diversos delitos. Rendido, esposado, dócil, el responsable del asalto, misteriosamente recibió en su celular una llamada con la orden de liberar, soltar al narcotraficante, ante el asombro, frustración e impotencia de los efectivos militares, quienes habían expuesto su vida ante los sicarios del Cártel de Sinaloa. Sin más, el multiasesino retornó a su casa. La burla, el ultraje se había consumado.
La voz de mando que ordenó desesposar a Ovidio fue Andrés Manuel López Obrador, bajo el pueril argumento de evitar una masacre contra gente inocente, como reacción de los sicarios del Chapito. Falso, insostenible. Colusión oficial.
Cinco meses después, Andrés reconfirma su afinidad, sentimientos y fidelidad a la familia Guzmán López, cuando en una gira por Sinaloa, agendó una visita a Badiraguato, tierra natal del Chapo. En escena íntima, bajó de la Suburban blindada, caminó hacia otra, ¿cuál sería la sorpresa? que sentada en el lugar del copiloto estaba Consuelo Loera Pérez, madre de Joaquín Guzmán Loera, estrecharon afectivamente sus manos (en plena crisis COVID), intercambiaron palabras. López y los Guzmán sellaron el encuentro degustando una taquiza con motivo del cumpleaños del nieto de Consuelo, sí, el mismísimo Ovidio.
Y qué decir, de su actuación ante el Cártel Santa Rosa de Lima, que lidera José Antonio Yepez Ortiz, alias El Marro. Las autoridades judiciales detuvieron al padre, la madre y hermana del narco, asesino, traficante y mayor huachicolero del país. No pasaron muchos días y por arte de magia todos fueron liberados, bajo el sobado y grotesco argumento de no haber configurado adecuadamente el expediente y las pruebas. Otro capo de marras libró un “agravio” a sus familiares.
Con esto queda claro que la T4a (léase López Obrador) jamás atentará contra los Cárteles, pero los utiliza para atacar a sus opositores políticos. ¿Pruebas? las masacres y atentados de grupos armados de los Cárteles SRL y JNG contra los gobiernos de Guanajuato (PAN), Jalisco (MC), Michoacán (PRD), Colima (PRI, VEM, Nueva Alianza y del Trabajo), que han cobrado miles de vidas.
Su frase favorita para justificar la inacción contra la delincuencia organizada es “el uso de la fuerza tiene límites y básicamente es para la legítima defensa” ¿de quién, Andrés, de México o de tus protegidos de Perdón y Olvido?
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Latitud Megalópolis (LM)