¡QUE CONSTE,… LOS OLVIDADOS!
POR SÓCRATES A. CAMPOS LEMUS.
CUANDO uno recorre los caminos polvosos, lodosos, sudosos, empinados, secos o llenos de neblina, de olores de pinos y matas, de humos y tortillas, frijoles, sal, huevos, cantos de gallos y pájaros, rebuznos de burros, calor y frío, lluvia y llovizna, con el hambre y la sed, uno entiende las distancias y los lejanos parajes donde los hombres y mujeres y los niños escuchan los rumores del viento o saben de los olores de lluvia o de la sequedad o del peligro o del hambre y la pobreza. Hasta ahí van los pies cansados de muchos maestros que son bilingües, que medio hablan “LA CASTILLA” y conocen la lengua a donde van, con sus morrales y sus penas, sus suspiros y lejanías y recuerdos, con sus cuadernos y algunos libros de texto que no les dicen nada a los de allá: ¿Qué es para un niño de esos montes un ferrocarril o un barco o un semáforo o una contingencia ambiental? ellos piensan en la tortilla y el frijol y la sal y el huevo si es que hay gallinas, el surco, el nopal, el mango o el chico zapote, el colorín y el pemuchuil, el quintonil y el tamal, la guitarra y la música de viento y la nostalgia del día y de la noche. Ellos saben de chivos y puercos y gallinas y toros, bueyes, y yuntas y barzones reventados y huaraches y hambre, no saben de lo que dicen los libros de texto que se hacen para las ciudades donde ellos solo tienen versiones de los que han ido y de muchos que fueron y no retornaron.
Y ahí llegan los maestros y juntan a los viejos, a los “tatas mandones”, los niños les ven con recelos, las mujeres con suspiros y se escuchan los llantos por el hambre y la soledad…¿ y cómo le cayó el camino, la calor está fuerte, quiere un poco de agua? pos aquí vino hace muncho un maestro, dejó sus cosas, fue a cobrar y no volvió, algunos dicen que en el camino lo “venadearon” porque andaba cocoreando a una mujer casada, vaya usted a saber, no se vio jamás, no regresó ni por el jorongo y dejó los libros y el pizarrón y los gises y un trapo de borrador. Aquí no hay agua, no llegan a vender ni las sabritas ni los refrescos, a veces caen los que hacen el mezcal y para las tortillas es cuestión que alguna de las señoras le venda, de fiado nada, no hay para comer menos hay para fiar, a veces hay frijoles y algunos huevitos que se hacen al comal porque no hay manteca sino cada vez que se mata un puerquito y es la fiesta. para dormir y estar solo en la misma escuela, pero no tiene ventanas ni puerta, el techo está mal y pues bueno, ya llegó y ahí están los niños, solo que antes de ir para allá tienen que sacar los chivos o los borregos, dar el maíz para las gallinas y los cóconos y barrer y aluego pues algunos se le duermen, no se espante, lo que pasa que no han comido, allá en el otro pueblo si llegó la cocina popular y les llevan comidita y las señoras la hacen y la dan a los niños y a los viejos, acá pos no, acá, solo llega el olor. Y bueno de alacranes hay, no muchos pero hay, víboras de vez en cuando en el cafetal y pues bueno lo que más hay son caídas y huesos rotos, del médico ni hablar está a dos días de camino y si uno llega pos bien, sino se regresa para envolverlo en un petate y mandarlo al hoyo.
El maestro sabe que trae más ganas que cosas para dar sus clases, no trae dinero, si le dijeron que le pagarían en la capital hasta dentro de tres meses y eso a ver si llegan los haberes y la capital está a varios días, depende si llueve o no llueve, si pasa alguna troca para dar el aventón, sino pues a pie y si no salen los malosos, los moteros, los amapoleros, los asaltantes o que llegue en un conflicto entre pueblos y las balaceras a todo lo que da, si nadie llega a pararlas y la muerte ronda en cualquier lugar. Lo único real es la muerte, el cacique, el matón, el bravo del pueblo y hay que jalar, esperar que no llegue el curita y se encabrone porque uno está ahí y habla de Dios y dice que nadie va al infierno porque ya lo viven, que no hay cielo ni nada, porque la verdad es que el curita solo llega para chingar, cargar con los chivos y cobrar, ellos si cobran por todo por dar la bendición, se quedan con las viejas y les ven la cara a los maridos o se llevan a los críos que les dicen tíos, en fin, lo que es y lo que dicen que es el cielo y el infierno. Y ahí están los maestros cantando las letras, haciendo que se unan y se formen las palabras, se vean las cosas y se manejen los sueños, muchos críos se van y no regresan, quieren ver lo que hay y les cuentan los maestros en otros lados, en otras tierras, quieren saber porque dicen que con letras y números pueden tener otra vida y se van en busca de ella. Y ahí están los maestros con huaraches y ropa vieja y rota, apestan porque no baja el agua del río ni llueve, pero ellos cantan las letras y hablan de números y dos por dos son cuatro y cuatro, ocho y ocho, diez y seis y se forjan sueños e ilusiones.
Mi Padre fue un maestro y amaba el pueblo de Santa Mónica, ahí encontró a muchos seres que le dieron cobijo y tortillas y tamales y hojarascas de maíz y manteca, carne seca y frijoles y café y risas y llantos y esperanzas, y cuando salió de ahí para ir a la capital, prometió y cumplió y llegó por otros muchachos para llevarlos a trabajar, les enseñó las letras, a leer, a sumar, a ser respetuosos, a querer a sus tierras y costumbres y a sus viejos y juntos hicieron caminos y calles y llevaron luces a las casas y bancas y cuadernos a la escuela y dejaba parte de su salario para ellos, y ellos lo sabían y fueron leales y siempre lo recuerdan con afecto y respeto… no todos los maestros son como los quieren presentar los que no los quieren porque marchan y luchan por ellos y sus pueblos, los que no saben de sudores y hambres no saben de lo que se joden en el campo, y por ello, cuando los vemos, les saludamos con el buenos días profesor… como cantadito, como con amor, como con palabras que no se las lleva el viento sino que cuajan como la buena leche y se hacen queso…¡Gracias maestro porque me diste vida al leer y al hablar y al sumar y multiplicar. Gracias pues, que Dios les bendiga….y pos hay vamos por los caminos y las sierras… andando… llorando, cantando, rumiando las penas y la soledad…