Abrelatas:
Kilimanjaro
Primera parte
Lunes, 23 de septiembre del ‘ 24
Desde hace mucho soñaste con escalar el Kilimanjaro -la montaña más alta del continente africano- y ahora estás acá, en Tanzania, la expedición está programada para llevarse a cabo en siete días. Habrás de alcanzar la cima el día 5, esperas llegar a los 5895 metros partiendo de una altitud de 800. Es una empresa difícil; la adaptación a la altura y el esfuerzo físico son sin duda un reto para cualquiera.
Cruzas la puerta de la ruta Machame, un chamán mexicano te enseñó que a todas las montañas hay que mostrarles respeto antes de subirlas. Haces una pausa, te quitas el guante de la mano derecha y pones una rodilla en el suelo. Tocas con tu mano la tierra y cierras los ojos, le pides a la montaña permiso para caminar sobre ella, le pides que te cuide tal cómo tú lo harás, le pides que te ayude a alcanzar su cumbre, honor que comparten solo algunos afortunados, le pides que te ayude a bajar saludable, prometes respetarla, contemplarla, unirte a sus silencios, a sus amaneceres y atardeceres, a sus nubes y estrellas en comunión con todos los seres que la habitan.
Las montañas se suben paso a paso, “pole pole” dicen por acá; no se trata de llegar pronto, se trata solo de llegar. Los pequeños pasos, la respiración profunda y consciente son la fórmula para hacer cumbre. A medida que alcanzas mayores alturas las vistas son increíbles; esas son una de las mayores recompensas que la montaña ofrece.
II
Estás en una tienda de campaña, hace mucho frío, son las dos de la mañana y tu sleeping tiene el cierre descompuesto de manera que tu calor se escapa, sientes que te congelas, te recriminas el no haber avisado del problema antes de acostarte, piensas que, si le hubieras dicho a tu guía, tal vez alguien hubiera reparado el cierre; ahora es tarde, estás durmiendo con chamarra y guantes, imposible desatorarlo, la oscuridad es absoluta, el tiempo se ralentiza.
Después de una larga noche, por fin amanece, desayunas, agradeces el té caliente, te quitas los guantes y tomas esa tasa con las dos manos sintiendo el calor en tus dedos, bebes y el caliente líquido te reconforta, te sientes con fuerzas para iniciar el nuevo día, la montaña te espera, siempre espera, siempre estará ahí, para todos los hombres.
III
En cada campamento hay una lista que hay que firmar. Pones en ella tu nombre, edad, nacionalidad, número de permiso y otros datos. Revisas tres o cuatro hojas, la mayoría de las personas tienen entre 30 y 50 años; digamos que personas de tu edad están afuera de la curva normal, podemos decir que la estadística no te favorece, pero si algo has aprendido en la vida es que las mayores limitaciones que tenemos son las mentales. Concluyes que eso se refleja en esta lista, firmas y cierras el libro con determinación.
Después de cuatro días de escalada estás en el campamento base a 4600 metros sobre el nivel del mar; agradeces.



