Del Abogado Amigo
Luis Torre Aliyán
No es saludable desnaturalizar la revocación de mandato
En los últimos días ha sido tema la posibilidad de adelantar un ejercicio democrático de revocación de mandato. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para quién? Qué barbaridad. Una más.
Considero vale la pena recordar el origen, estimado lector. En México este mecanismo fue planteado vía una iniciativa del expresidente AMLO, y tras ser discutida y modificada en el Congreso de la Unión, quedó inscrita en nuestro artículo 35 constitucional como el derecho de la ciudadanía a solicitar la revocatoria de mandato al Presidente de la República.
La realidad es que en aquel 2022 no despertó mucho interés: la participación fue solo del 17%; y de ese 17% el 91% de los votos fueron a favor de “que siga” el entonces Presidente López Obrador.
Pero lo que cobra relevancia hoy, es que las reglas básicas son claras, y por lo que parece pretenden desnaturalizarlas.
Me refiero en particular a: 1) para iniciar el mecanismo se debe presentar una petición respaldada por al menos el 3% del padrón de ciudadanos registrados en la Lista Nominal de Electores (distribuido por lo menos en 17 de los 32 estados); 2) solo se puede pedir una vez y tiene que ser a partir del tercer año de gobierno.
Entonces, ¿De qué hablan nuestros legisladores? Ni la están pidiendo los ciudadanos, ni estamos cruzando el tercer año.
Mas bien, la están desnaturalizando: Se está propiciando desde el poder y la Presidenta Sheinbaum acaba de dar su primer informe de gobierno. No debería ser ni tema.
Ese siempre es el problema con las figuras jurídicas y democráticas en nuestro país: las herramientas como la revocación de mandato nacen para otorgarle mayor derecho y poder a la gente, y terminan siendo empleadas por el poder público, no respetándose su espíritu.
En fin, Morena se ha apropiado de casi todas las instituciones, la más llamativa y profunda, sin duda la novela del Poder Judicial y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero apropiarse de la institución de la revocación de mandato sería ya más que un exceso: convertir un mecanismo que se creó para control ciudadano, en un instrumento del gobierno para operar y jugar con los tiempos electorales a su antojo.
No es saludable desnaturalizar la revocación de mandato. Si llega a ser prioridad en la próxima legislatura, ojalá se limiten nuestros legisladores a darle vida en los estados, para que pueda llevarse a cabo con gobernadores, pero que se respeten sus reglas básicas: tiene que provenir de un interés colectivo ciudadano y, de ser el caso, después del tercer año de gobierno.




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