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GETSEMANÍ Y LA CRUZ

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GETSEMANÍ Y LA CRUZ

GETSEMANÍ Y LA CRUZ

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

        El Viernes Santo se lee en los templos católicos la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, en este año, 2025, se leerá lo escrito por el evangelista san Juan, tomando en cuenta lo que los 4  evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) dicen sobre la pasión y muerte de Jesús, le comparto mi comentario sobre la oración en el huerto Getsemaní y la cruz.

        Jesús sintió tristeza y angustia, a sus apóstoles les dijo: “Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo”(Mt 26,38). La naturaleza humana de Jesús se hizo notar. Alguna vez,  cuando la barca se hundía, les dijo a sus discípulos: “no tengan miedo”, pero ahora lo invadía la tristeza y la angustia, el temor se apoderaba de Él.  La causa de este sufrimiento, que apenas iniciaba, era el cáliz: “Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.   

        Ya nada se puede hacer por el Jesús que sufrió en el huerto Getsemaní, eso ya es histórico, ya pasó, el tiempo no se regresa, quedarnos “sufriendo” con Jesús es puro sentimentalismo; hoy hay muchos “Getsemaní” y muchos “Jesús”: El Dios encarnado está presente en el sufrimiento del cónyuge abandonado; en el enfermo incurable, en el padre abandonado por sus hijos, en el que llora por una injusticia, en los padres que se entristecen y angustian por el hijo que está perdido en los vicios,  en los familiares de los desaparecidos, en el que se retuerce  por el dolor al ver a un ser querido muerto, en el angustiado e impotente a causa de los desastres naturales, en la desesperación de un hijo que tiene padres, pero como si no los tuviera; en los que lloran porque su  hogar ha dejado de ser cálido y se ha convertido en un infierno; en el niño que impotente sufre maltrato físico, psicológico y sexual; en la vida humana que iniciaba en el vientre materno y que intencionalmente –bajo la máscara de un derecho- le fue negada la existencia,… esos son los “Getsemaní”, los “Jesús” del presente, en donde hoy sí podemos hacer algo por ese hombre o esa mujer que sufre. ¿Cuántos huertos de los Olivos o Getsemaní hay a nuestro alrededor y ni siquiera nos damos cuenta?, ¿cuántos Jesús orantes, que sudan sangre, están muy cerca de nosotros y pasamos indiferentes ante a ellos, quizás “porque llegamos  -como el doctor de la ley y el levita- tarde al templo”

La muerte en la cruz era para los esclavos, era la condena  para los grandes criminales de clase socioeconómico baja, así morían también algunos delincuentes extranjeros y en muy raras ocasiones la cruz la sufría un romano.

Ser cristiano es seguir a Jesús, implica cargar la cruz diariamente: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Pero es un cruz que se debe cargar con alegría, no con cara larga y llena de tristeza; los cristianos “caras-largas” son una de las causas de que mucha gente abandone su fe o de que otros se decidan a no profesarla. El cristiano que carga su cruz con alegría contagia a los demás positivamente; su cruz pesa, pero puede con ella; el peso de la cruz lo tumba, pero se levanta, no experimenta sólo lo difícil, sino también el gozo, porque su cruz es una cruz pascual. Simón de Cirene le ayudó a cargar la cruz a Jesucristo, lo obligaron los soldados, así, sí está muy difícil, no es lo mismo ser cirineos a fuerzas que cirineos voluntarios.

A pesar del sufrimiento de Jesús en la cruz, también experimentó el gozo de haber sido fiel a su Padre y cumplir la misión que Él le  había encomendado: “Todo está cumplido” (Jn.19,30). Es la alegría de salvar al ser humano, hacer felices a tantas personas e introducirlas en el  Reino de los Cielos, como introdujo al buen ladrón: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23,43).

La cruz con Jesús crucificado es el símbolo más universal del cristianismo. Se carga, lamentablemente, como adorno en el cuello y joya ostentosa, se coloca estéticamente en la pared para que luzca y ha estado en el arma mortal del conquistador.  Nos olvidamos que la cruz de Cristo es compromiso de vida, es testimonio, es amor al prójimo, traducido en obras, es vida y vida en abundancia y no un elemento decorativo.

            Así como actualmente hay muchos Jesús en Getsemaní, también hay muchos Jesús clavados en la cruz.

Termino con lo siguiente: Los nazis colgaron a un hombre. Otro, señalando a la víctima, preguntó iracundo a un creyente que tenía a su lado: “¿Dónde está ahora tu Dios?”. “¿No lo ves? -le respondió-. Está ahí, en la horca”.  En cada hombre o mujer, víctima de algo o de alguien, está Jesús clavado, seamos como José de Arimatea: hay que bajarlos de la cruz.

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