El grupo extremista Estado Islámico aprovechó el vacío de poder político y la falta de seguridad en Libia para expandir significativamente su control sobre territorios en el país, sumido en conflictos desde hace cinco años, según expertos de Naciones Unidas.
Todos los bandos implicados en el conflicto siguen recibiendo envíos ilícitos de armas, algunos con el apoyo de países miembro de la ONU, apuntaron los expertos en un informe al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que circuló el jueves.
Estas armas no solo influyen en la estabilidad del país sino que tienen “un impacto negativo en la situación de seguridad de Libia y en su transición política”, señaló el informe.
Libia es un estado fallido de facto desde el derrocamiento y muerte del dictador Moamar Gadafi en 2011, que provocó el colapso del ejército y la fragmentación del territorio bajo el control de poderosas milicias.