Mario Flores Pedraza
Nombre de la columna: “Antítesis”
Objetividad periodística
La semana pasada se hizo pública una investigación en la que vinculan a personajes cercanos al presidente López Obrador con un soborno de parte de un poderoso cartel en México para su campaña en 2006. Si bien, estamos tan mal acostumbrados en México que a nadie nos sorprende que un político de cualquier nivel reciba dinero del crimen organizado, es más, lamentablemente diría que es una práctica muy común pero que poca gente se atreve a visibilizarlo; pero por lo que escribo esta columna es para hablar sobre la investigación ya que me deja muchas dudas (sin minimizar el contenido de la investigación).
Me pregunto ¿Cómo es posible que varios periodistas reconocidos en EUA y la periodista Anabel Hernández publicaran la misma semana y con información muy similar una investigación demasiado específica? (si fue una coincidencia que mejor compren un billete de lotería porque es más probable ganarla), ¿Por qué la fiscalía de distrito sur de NY les dio información a estos periodistas?, ¿Por qué se publica en año electoral una investigación de algo que ocurrió hace 18 años y que la fiscalía dio carpetazo en 2011? No quiero minimizar el contenido de la investigación, sin embargo, sabemos que existen muchas personas que se pueden beneficiar de que se hable de esto y no solo los periodistas que publicaron la información.
En el mundo del periodismo de investigación, donde la verdad se presenta a menudo entre sombras y medias verdades, el desafío de mantener la objetividad es una tarea titánica. Especialmente al abordar temas cruciales como gobiernos, narcotráfico y asuntos sociales, los periodistas se enfrentan a la difícil tarea de navegar por aguas turbulentas sin perder de vista el faro de la imparcialidad.
Las investigaciones periodísticas sobre gobiernos son un campo minado de interpretaciones políticas y lealtades partidistas. Los periodistas se enfrentan a la tarea de desentrañar la complejidad de los entresijos gubernamentales sin caer en la trampa de la polarización. La objetividad se vuelve esencial para evitar sesgos y ofrecer una visión equitativa de los hechos, independientemente de la inclinación ideológica.
El narcotráfico, otro tema candente, añade una capa adicional de complejidad. Enfrentarse a carteles poderosos y redes criminales requiere no solo valentía sino también un compromiso firme con la objetividad. La línea entre denunciar la violencia y glorificarla puede volverse borrosa, y es aquí donde la ética periodística y la búsqueda de la verdad deben guiar cada paso.
Los temas sociales, desde la desigualdad hasta los derechos humanos, también son campos minados de subjetividad. Los periodistas deben sortear sus propios prejuicios y comprender las diversas perspectivas que coexisten en la sociedad. La objetividad se convierte en el antídoto contra la simplificación excesiva y la perpetuación de estereotipos.
Sin embargo, alcanzar la objetividad no es un camino fácil. Las limitaciones de tiempo, recursos y acceso a información confiable pueden obstaculizar la búsqueda de la verdad. Además, la presión editorial y las demandas del público pueden ejercer una influencia sutil pero significativa en la orientación de una historia.
Es crucial reconocer que la objetividad no implica la ausencia total de perspectiva, sino más bien la capacidad de reconocer y mitigar los sesgos personales. Los periodistas deben esforzarse por presentar todos los lados de una historia, permitiendo que el lector forme su propia opinión informada.
El desafío de la objetividad en las investigaciones periodísticas sobre gobiernos, narcotráfico y temas sociales no es solo una responsabilidad profesional, sino una contribución esencial a la salud de la democracia. En un mundo donde la información es poder, la búsqueda constante de la verdad, guiada por la imparcialidad, es la piedra angular de un periodismo valioso y ético.
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