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Nos empujan al daltonismo

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DEL ABOGADO AMIGO

Luis Torre Aliyán

Nos empujan al daltonismo

En su propia voz o a través de diversos métodos, hay quienes se han encargado de que en corrupción, se trate de confundir a la percepción ciudadana, haciendo borrosos los colores: que lo que es negro se disfrace de gris, lo rojo se vista de rosa, el café más obscuro se venda color hueso, y hasta lo gris claro parezca negro.

Y que se haya vuelto así no es casualidad; atiende principalmente a que al ser la corrupción el principal causante del mal humor social en todo el país, las balas de la argumentación en contra del adversario político a quien le atribuyen un supuesto acto de corrupción, tienen un grado de efectividad altísimo, a favor de quien las dispara.

Porque como siempre, estimado lector, no obstante que el tema amerita su total aplicación y seriedad para la integral implementación del Sistema Nacional Anticorrupción, y su homologación equivalente en los Estados, algunos, que se autodenominan líderes, pasan por alto la esencia de la reforma constitucional y la de sus leyes reglamentarias, y nos representan dándole prioridad a la materia desde el enfoque político y no del jurídico, siendo éste en tan delicado tema el que hoy más importa.

No soslayo “los esfuerzos” –como ellos le llaman a parte de su trabajo/obligación-, que han hecho varios legisladores de todos los partidos (e independientes), para hacer realidad el innegable avance en la materia una vez que los ciudadanos empujamos, pero, con el título de este texto y su contenido no me refiero a ellos, si no a los Presidenciables, y a sus cómplices (desde gobernadores hasta líderes de opinión).

Son ellos quienes más que importarles la debida articulación, armonización –incluyendo aquí a la homologación- y seguimiento de la reforma hasta su total materialización, aprovechan el contexto Duarpadresista para agarrar la pistola anticorrupción y disparar, cuando a veces no solo la víctima no merece el tiro, sino que, ni siquiera les asiste el derecho (la solvencia) para portar tan privilegiada arma, hombre.

Los Sistemas nacional y locales, necesitan voluntad política –real- para no solo cumplir con la Constitución y terminarse de formar en tiempo, sino que, aquí adquiere fundamental relevancia ‘la forma’, que en otras palabras es: que quienes representen los brazos de los Sistemas Anticorrupción, sean en cada institución, personas de calidad moral e insubordinables a intereses políticos: notables independientes.

Se lee tan sencillo, pero qué trabajo nos va a costar lograrlo. De ahí que me preocupe que nos empujen al daltonismo, pues es claro que su plan anticorrupción radica en dos creencias: 1) en que mientras más borrosos veamos los colores, menos compleja les resultará la simulación de la implementación de los Sistemas; y, desde luego, sabedores del hartazgo social: 2) en que al disparar tal arma mediáticamente –aun sin razón- se legitiman sus intereses, por la simple percepción de desvinculación del problema que genera el portarla.

No caigamos en el daltonismo. Enfoquemos.