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Hombre precavido, vota por 2.

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Hombre precavido, vota por 2.

Por: Víctor Fuentes

Sin duda, los medios de comunicación en el país viven una época de “prosperidad de primeras planas”, la cual brota de nuestro panorama de adversidad en materia de política exterior y del espectáculo de arte bélico, que se actualiza y se transparenta a la luz del ojo ciudadano cada 6 años. En efecto, me refiero a los ya conocidos estratagemas políticos que parecieran tener como marco a un público expectante y turbado al ver como las batallas preliminares se llevan a cabo sin regla alguna, en diferentes foros, día con día y todos contra todos.

Las dudas y rumores en torno a quien se encuentra mayormente calificado para ocupar la banda presidencial se hacen notar cada vez más, no conocen límite, ni siguen una lógica aparente alguna.

Para muestra un botón: ¿Será que Felipe Calderón debió donar el 100% de su pensión y no solo el 8% para una fundación para niños con cáncer? En otras palabras, ¿El expresidente tiene obligación de donar una contraprestación derivada de su trabajo presidencial? ¿En qué momento AMLO perderá la calma y empezará a operar en su propia contra? ¿Cambió la proclama de AMLO para transitar de “primero los pobres” a “primero los Forbes” como señala Joel Ortega Juárez haciendo referencia a una sólida relación entre el líder de MORENA y el empresario Alfonso Romo? ¿Será que el PAN decide atacar por varios frentes y por eso no ha “destapado” a ningún candidato de unidad? ¿O será que Acción Nacional se encuentra en negociaciones con el Revolucionario Institucional para ungir un candidato de unión cuya trayectoria haya sido fundamental para los dos últimos presidentes?

Con tristeza, puedo ver que el panorama político-electoral rumbo a 2018 parece nublarse cada vez más, y mientras los principales actores políticos del país definen nuestra agenda y nos dan circo, nosotros seguimos aplaudiendo.

La idea que pretendo postular es que debemos asegurarnos de que quien tome posesión de la silla presidencial en 2018 debe de ser quien revista una total comprensión, claridad y estrategia para atacar los problemas que aquejan al país (y no necesariamente él o la más hábil en el circo de la política mexicana).

Quien sea elegido por la vía democrática tendría que tener pleno conocimiento, por ejemplo, de que de acuerdo a cifras de Lantia Consultores (especializados en materia de seguridad) en los primeros 50 meses del presidente Enrique Peña Nieto se registraron un total de 41 mil 677 ejecuciones relacionadas con crimen organizado, esto es, un promedio de 27 por día. También quien sea elegido tendría que tener claro que según cifras del Instituto Mexicano para la Competitividad en 2015 el 46% de los empresarios mexicanos reveló que autoridades de gobierno les pidieron sobornos para obtener a cambio un contrato o una oportunidad de negocio. Y por último, quien sea elegido no podría ser ajeno a la publicación del Índice de Competitividad Internacional 2015: La corrupción en México: Transamos y no avanzamos, que en conjunto con estimaciones del World Economic Forum, el Banco Mundial o el Banco de México, nos habla de una corrupción que genera pérdidas económicas en México, en promedio, de aproximadamente 5 puntos porcentuales del PIB, o sea unos 890 mil millones de pesos.

No estaría de más asegurarnos de que supiera que con anterior cifra se pudieron haber hecho cinco reformas fiscales, y además, pagar 87 veces el presupuesto de la UNAM, 7.7 veces el presupuesto de SEDESOL y tres veces el presupuesto de la Secretaría de Educación.

Ciertamente las anteriores cifras implican un impedimento para llevar a buen término y con la adecuada celeridad un crecimiento que anhelamos todos… Pero por favor, no me malentiendan, no pretendo fincar responsabilidad moral solamente a quienes nos hayan gobernado con crueldad, deshonor, falta de probidad, una exacerbada soberbia y agravado cinismo. No todos ellos (y no solo ellos) tuvieron incidencia en el México que tenemos. La responsabilidad la compartimos los ciudadanos, pues nunca decidimos tomar acciones reales y concretas y con desapego preferimos esperar a que llegara un líder mesiánico a cambiar la inercia gubernamental. Al respecto, quisiera ser suficientemente enfático: ¡Despertemos! Eso NO va a suceder. Para tenerlo más en claro debes saber que eso no pasa ni en las finales de la copa mundial con la selección argentina de fútbol.

En consecuencia, necesitamos cerciorarnos de que quien ostente el cargo presidencial no sea ese líder que nos muestre esperanza sin preocuparse por mostrarnos la vía. Necesitamos asegurar que quien llegue para gobernar, en conjunto con nosotros, no llegue por ser el más parecido en comparación con los demás, ni porque sea el que mejor convenga al empresariado en el país, ni porque haya ostentado cargos internacionales de alto nivel. Necesitamos exigir que nuestro próximo mandatario defienda los intereses de México. Pero no en una conferencia en alguna universidad norteamericana, sino en los lugares en donde olvidamos hace tiempo a quienes carecen de oportunidades.

Si asumimos que nuestro próximo presidente con un “proyecto de nación” solamente discursivo sabrá cómo enfrentar los retos del cargo (internos y externos), lo único que vamos a terminar asumiendo son las consecuencias de ello.

Mi postulado va dirigido a todos los mexicanos que quieren dignificar la política y a quienes saben que un político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Estas palabras van dirigidas a quienes se muestran conscientes de que el objetivo no descansa en cómo construir un mejor país para nosotros, sino en cómo sentar las bases para la edificación de un mejor México para nuestros hijos. Para esto, tendríamos que entender que en los próximos comicios federales quien tenga mayor y mejor información vota mejor, y sobretodo, que “hombre precavido vota por dos”.

De ninguna forma pretendo desalentar a quienes consideran la alternancia como una opción, por el contrario, creo en la alternancia que fecunda el suelo de la democracia, creo en la alternancia que no se forma con base en la comprobación de hartazgo y sí en la generación de liderazgos. El llamado es claro, participemos e incentivemos a quien participe en la vida política del país, y hagámoslo desde trinchera ciudadana, porque al fin y al cabo: “La política es demasiado importante como para dejársela solo a los políticos”.